Cuando en los años ´90, el mediocre politólogo y asesor gubernamental estadounidense Francis Fukuyama presagiaba un futuro gris y aburrido a partir del ingreso a la poshistoria, celebraba en verdad desde el revoltijo de escombros del muro de Berlín el carácter capitalista universal de la existencia humana, como si éste fuera pacífico. Como mínimo la tesis atrasaba casi dos siglos entonces.