“Después de dispararse más de dos mil tiros, y habiendo sido muertos casi todos sus defensores, y en la imposibilidad de entrar al local, los asaltantes procedieron con todo sadismo a prenderle fuego. Los obreros que no murieron por efecto de las balas, fueron quemados junto con algunos heridos que cayeron en la calle. Una hora más tarde el local ardía por todos lados. Al ser requerido los bomberos, se encontraron con toda clase de obstáculos para combatir el fuego (…) El agua había sido cortada. El Comandante de los bomberos, al verse en la imposibilidad de atacar el fuego, sacando el revólver gritó: ‘o me dan agua o me pego un tiro’ ”.