Sin duda, las denuncias de Edward Snowden sobre ciberespionaje constituyeron un campanazo de alerta respecto a los peligros de un sistema capaz de vigilar a todo el mundo todo el tiempo. Pero las implicaciones son mucho más amplias. Dejar “al azar” la evolución de estos cambios significa, en la práctica, dejar que los determinen el mercado (mundial) u otros poderes, –por fuera de criterios democráticos o del interés público–, hecho que incide en la configuración del poder mismo.