Si reflexionamos con más profundidad, lo que trajo la derrota de Ricardo Lagos fue, nada menos, que el fin de una generación,  (la  de mi edad), que ha manejado el poder en una democracia “transaccional”, que terminó en “bancaria”, durante más de cuatro décadas. Un grupo de políticos, que antes fueron idealistas e, incluso, revolucionarios que tuvieron el valor de combatir a Augusto Pinochet, pero que paulatinamente se fueron convirtiendo en nuevos ricos, y entre cóctel  y cóctel, con sus antiguos verdugos, terminaron actuando y viviendo igual a ellos. No en vano la posición social determina la conciencia, como lo escribiera un barbudo filósofo alemán.