En 1988 se recuperó la democracia: los antiguos falangistas conformaban el partido hegemónico y los renovados ya no eran marxistas y, en pocos años, se convertirían en gerentes y lobistas, el ideal para una democracia tutelada, que mantiene el modelo neoliberal, que le importa un bledo las víctimas de derechos humanos y, además, ante cualquier del tirano y ladrón, Daniel López, transan con los militares.