El “modelo chileno” como lo tildan los economistas a nivel mundial, ya venía dando alertas de la debacle que se cernía sobre nuestro país. Yo que trabajo en el rubro de la construcción bien conozco la realidad, tanto del empresariado arrogante como la del sencillo trabajador que ofrece su mercancía, es decir su mano de obra. Todas las alertas estaban a mano y no pueden desconocer o a estas alturas repetir con ingenuidad de que no nos habíamos dado cuenta. Todos lo sabían, pero no lo querían reconocer. Ya hace mas de dos años que la Cámara Chilena de la Construcción había advertido que los precios de las viviendas y departamentos habían alcalzado su máximo precio y que lo hacían inalcanzables para las futuras familias. Avisaba que había que regular pronto el mercado inmobiliario para que después no se hiciera insoportable el precio desmedido.