Te tuvieron miedo, Paula, los dejaste muy asustados. La idea de recibir órdenes de una mujer los apabulló: tuvieron que argumentar incomodidad en el camarín. Como si la mayoría de los equipos de fútbol femenino no fueran encabezados por hombres. Como si una mujer repartiendo instrucciones a 11 jugadores fuera un insulto, una mala broma. Algo inconcebible, que podría inspirar a otras a seguir su ejemplo.