La socialdemocracia europea ni siquiera ocultaba el hecho de marchar hombro con hombro con el riquerío venezolano en contra de un gobierno legítimamente elegido. Peor aún, aceptaba los dólares que esos enfermizos enemigos de Venezuela hacían venir de Miami. ¿Puedo afirmarlo? Puedo: también tengo amigos en Venezuela, que fueron solidarios cuando fue necesario.