La rusofobia, latente desde hace unos años, ha llegado para quedarse. Regularmente estallan escándalos que ponen a Rusia en la picota: desde acusarlos de llevar a Trump a la Casa Blanca a la implementación de un programa estatal de dopaje y todo sin pruebas, claro. Muchos de los casos guardan un patrón: emergen a las puertas de grandes citas deportivas.