No se trata precisamente de un “triunfo de la democracia” el proceso electoral del último domingo. No veo como podría constituir una victoria que más del 50 por cierto de los ciudadanos no haya concurrido a sufragar por ninguno de los 9 candidatos presidenciales, los centenares de postulantes al Parlamento y los miles de chilenos que postularon para convertirse en consejeros regionales. Tampoco no parece posible celebrar que se incremente el número de ciudadanos, pero cada día haya menos interés en elegir a sus representantes.