Para las clases altas de la sociedad chilena los “hombrecitos” y “mujercitas” son los que en Fiestas Patrias bailan cuecas (pero sobre todo cumbias y rancheras), comen empanadas y anticuchos y se emborrachan con chicha y pipeño para celebrar el falso aniversario de la Independencia. Un masivo embotamiento para olvidar la triste realidad individual.
Para la burguesía y sus conmilitones en la lucha de clases, “hombrecitos” y “mujercitas” -es la forma paternal en que se refieren a ellos- son los encargados del trabajo asalariado que forja las grandes fortunas. Son los obreros y obreras, los funcionarios de las tareas burocráticas, las trabajadoras y trabajadores domésticos, los técnicos de faenas que solucionan los problemas del diario vivir.