Lo de Piñera bordea ya las primeras áreas del desquiciamiento. El tipo está enfermo. No es normal ese nivel de mitomanía, egocentrismo y caradurismo en una autoridad que ocupa el cargo más relevante de la nación. Se permite pontificar respecto de los derechos humanos al mismo tiempo que su ministro del interior y el intendente de la Región Metropolitana cierran los ojos ante el brutal accionar de una policía que ha demostrado, hasta la saciedad, ser absolutamente incapaz de administrar su fuerza, utilizar el criterio y someterse a las órdenes de la autoridad civil.