García Márquez decía que “el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”. Y Ryszard Kapuscinski pensaba que “el trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”. ¿En qué recodo del camino El País olvidó que la calidad del periodismo se mide por su relación descarnada con la realidad? ¿En qué momento se apagó la luz en la redacción del que quiso ser “el periódico global en español”?