«Los riesgos éticos de la biotecnología van unidos al dualismo, que desprecia el cuerpo humano como si fuera un simple objeto y no tuviera carácter personal; al voluntarismo tecnocrático que cree lícito hacer todo lo que es técnicamente posible, y por tanto permite la manipulabilidad total de la vida humana y al utilitarismo, que propugna la utilización de los embriones humanos como simples objetos al servicio de la medicina regenerativa, lo que, además de su inmoralidad, hasta ahora no ha dado ni un solo resultado positivo».