Dentro del local están apilados bultos de harina de maíz, café, azúcar, sal, jabones azules, estantes con mantequillas y natillas. Queda poco, casi todo ha sido distribuido y están a la espera del próximo despacho. El anterior fue de 14 toneladas, este será más grande y con dos productos más: jabones de baño y harina de trigo. “Uno de los planes es demostrar que el pueblo organizado, movilizado, consciente, puede combatir la guerra, aportar a preservar la revolución, construir con acciones concretas”, dice Yaritza Navarro, comunera, rodeada de varias mujeres.