Con el nuevo protagonismo de los sujetos políticos venidos de la cultura popular somos cada vez más los trabajadores que entendemos que los dominantes (por la concepción de la política que avalan) renunciaron hace tiempo a la soberanía y al bienestar común. Lo hacen porque aunque la voluntad del pueblo es la base de la independencia ellos la reprimen al tiempo que destruyen el sistema productivo en favor de las corporaciones: devastaron la industria nacional, endeudaron al país para financiar la evasión de capital, dilapidaron nuestro patrimonio y redujeron la inversión y nuestros salarios.