La tragedia tiene como componente esencial la fatalidad de un desenlace terrible e inexorable. ¿Tragedia griega? No, de Alemania, una nación cuya dirigencia parece predestinada a producir calamidades históricas en forma recurrente. Dos guerras mundiales, en el siglo veinte, y ahora a punto de originar una catástrofe económica que comenzaría en Grecia, pero que nadie sabe cuándo y dónde puede terminar.