El primer evangélico en llegar al poder fue el general guatemalteco, Efraín Ríos Montt, en 1982 mediante un golpe de Estado, motivado por su lema personal “ungido de Dios para gobernar”. Sin embargo, el 2013, Ríos Montt fue encontrado culpable de genocidio y condenado a 80 años de presidio, aunque un nuevo juicio le permitió morir en la tranquilidad de su hogar asistido por su hermano, un sacerdote católico. Se estima que el número de asesinatos bajo su responsabilidad excedería los 2.000.