​La oposición intentó todo para detener el proceso constituyente. Quemar personas, trancar las calles, amedrentar a los vecinos, ponerle candado a las puertas de salida en las urbanizaciones, incendiar comercios, asesinar candidatos, interrumpir el transporte, dificultar la actividad productiva en varias ciudades, impedir la circulación de alimentos, volar camiones o amenazar a quienes querían votar. Difamar, agredir, asustar. Cualquier método se consideró válido para impedir la realización de elecciones a Asamblea Nacional Constituyente convocadas por el gobierno.