Las élites se caracterizan, en la historia mundial y chilena en particular por ser las últimas en darse cuenta del derrumbe de su forma de vida: están convencidas de que su poder político y social es eterno. Así ocurrió con la república romana cuando se corrompió dando paso al imperio; lo mismo se repitió con el último emperador romano, Rómulo Augusto. La oligarquía inglesa jamás captó, a comienzos del siglo XIX, el derrumbe de su hegemonía colonial; algo no muy distinto está pasando en los Estados Unidos con una estagna inflación y la derrota en la guerra en Irak.