La iglesia que conocemos es la iglesia de Constantino el emperador, que usó de Jesús de Nazaret, pobre, perseguido, torturado, asesinado y desaparecido, para sus fines políticos. Tal como los emperadores romanos y las monarquías europeas se asociaron a esta iglesia, los primeros aportando el poder y el dinero y esta última consangrándolos y requiriendo la adhesión de los pueblos a la « pasión y muerte de Jesús para salvarnos del pecado », la oligarquía y el capitalismo se asocian hoy a esta iglesia.