Casi todas las previsiones científicas occidentales respecto de los posibles conflictos que podían presentarse a nivel internacional han fracasado pues no se ha sido riguroso en el análisis de las condiciones objetivas y se ha dejado en manos de lo subjetivo e inestable la definición de los procesos sociales. Las academias e institutos de inteligencia deben trabajar orientados a formar verdaderos investigadores y no que propagandistas, profesionales que sean objetivos en su análisis, capaces de no confundir sus deseos, o los deseos de sus patrones, con la realidad.