Es triste ver como un continente que fue cuna de una civilización, está marchando ciegamente hacia una trampa: la de una guerra santa contra el Islam. Para eso, bastaron tres terroristas musulmanes y un ataque asesino al semanario parisino Charlie Hebdo. Es necesario salir de la comprensible oleada del «todos somos Charlie Hebdo» para examinar los hechos y entender que estamos en manos de unos pocos extremistas, colocándonos a su mismo nivel.