Nuestras vidas quedan cada vez más condicionadas a la generación y circulación de sentidos y contenidos a través de plataformas digitales privadas. Es un hecho, una evidencia, que tras estos aparentes escenarios públicos hay grandes corporaciones con estrategias de negocios en plena expansión. Las redes sociales falsamente neutrales que se levantan como un nuevo espacio público, como si fueran un parque, el ágora, la plaza, se asimilan más a un gran centro comercial, a un mall, acaso a un gran estadio, cuya finalidad original y última es hacer negocios.