“… lo más deleznable del proceso ha sido la coincidencia del llamado ‘choque de trenes’, que es, en realidad, el punto en el que se produce el encuentro antagónico de ambas ofensivas neoconservadoras. El nacionalismo catalán ha querido que las cosas discurran por un terreno de visible contrariedad, de falta de acuerdo entre españoles, de situación límite, de impresión de ultraje y de sentimiento de revuelta. Era el escenario que le convenía, del mismo modo que conviene a la recomposición del poder político y del diseño ideológico de la derecha españolista. En los dos casos, se habla de ponerse al servicio de la soberanía popular. En los dos casos, la quiebra de la convivencia se afirma como excusa para reforzar el poder en proceso de recomposición. En los dos casos, se burla el sentido preciso del concepto y la práctica de la soberanía popular.”