La historia de Chile está empedrada de chanchullos, de torvas maniobras para ocultar los delitos que cometen los poderosos del país.
Chanchullos en la política, en la administración pública, en los negocios, en los tribunales, en el ejército, en la policía, en los municipios, en las universidades, etc.
Hasta ahora creíamos que los más grandes chanchullos son los que cometen los grandes empresarios que evaden impuestos y transfieren sus ganancias a paraísos fiscales. Pero no, aún faltaba el Gran Chanchullo, el chanchullo histórico, ese que pretende pasar por el aro a todo el país. Finalmente ya lo tenemos. Lo está cometiendo la casta política que intenta hacer caer a los ciudadanos y ciudadanas en la trampa de una “Convención Constituyente” amarrada de pies y manos, incapaz de cambiar nada y cuyas resoluciones estarán amañadas desde ahora por los titiriteros de la política.