Porfiado a nivel siquiátrico, trajo de regreso a las esferas gubernamentales a su primo Andrés Chadwick, haciendo caso omiso de la resolución del legislativo que lo sancionó con ausencia de un quinquenio de toda actividad pública. Burlándose de la gente y de la misma legislación, el mandatario encomendó a Chadwick liderar un grupo que reúna las propuestas de cambios o reformas a la Constitución que surjan de las cuatro colectividades de Chile Vamos. Ello, sin embargo, demuestra que su gobierno está en proceso de desplome, lo cual vino ser ratificado por los números dados a conocer por la empresa CEP, en especial aquellos que muestran al Presidente con una aprobación exangüe de sólo 6%, y un rechazo que supera con creces el 80%.