El cardenal Stanislao Dziwisz, arzobispo de Cracovia y secretario del papa Wojtyla, quiere hacernos comulgar con ruedas de molino. En su libro “He vivido con un santo” afirma con aplomo y cinismo que Juan Pablo II nunca supo la verdad sobre las inmoralidades de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Ni siquiera oyó rumores. No sabía nada, absolutamente nada. Y echa toda la culpa a la estructura burocrática vaticana, como si él no hubiese formado parte de esa Curia Romana que ahora culpabiliza.