El objetivo, tanto en el gobierno de los 20 años de la Concertación, como los cuatro de la Alianza, ha consistido en construir una fosa tan profunda entre las castas en el poder y los ciudadanos, que nos no puede extrañar que la democracia llamada “electoral” no sea más que un rito, útil sólo para confirmar que el poder vitalicio de los líderes de ambas castas puedan aferrarse al poder con una apariencia de legalidad.