Nuestra tarea actual como laicos y laicas, dentro de este nuevo tiempo de la Iglesia Chilena, es urgente, necesaria y consciente. Valoramos el trabajo de innumerables hermanos que han dado la cara para mantenerse firmes en la fe y participando activamente en las diversas organizaciones de nuestra diócesis, a pesar de la crisis. Sin embargo creemos que faltan espacios de diálogo para resolver los temas pendientes que aún nos dividen.