No es extraño que a ocho meses de gobierno la aprobación a la Presidenta Bachelet haya llegado a un 45%, y la desaprobación a un 48% y, la adhesión al gobierno sea aún menor, con un 42% y 51% respectivamente. La Nueva Mayoría adoptó el camino tecnocrático del despotismo ilustrado, dejando de lado lo que podría haber constituido su gran capital: los movimientos sociales que, en 2011, jugaron un papel tan importante. Y ahí están los resultados.