Algunas almas tristes se empeñan en empañar la memoria de la Revolución Francesa y, durante siglos, han vaciado sus odios y sus rencores en las figuras señeras de Robespierre, Saint-Just, Marat y otros revolucionarios. Lo cierto es que la República, o sea el rechazo al Antiguo Régimen que consagraba los privilegios de casta de la nobleza y el clero, caló muy hondo en el pueblo francés.