La sensibilidad política general de la protesta se expresa en contra de las instituciones en su sentido más amplio. ¿Qué quiere decir eso? El malestar de la población corresponde a un complejo profundo que no limita con objetivos puramente económicos. Incorpora en sus motivaciones un acumulado histórico propio de las relaciones sociales devenidas del vínculo contradictorio entre señor y siervo, entre opresores y oprimidos. Entonces no se trata de una «masa» que persigue una mera “negociación sindical” o un “promedio” entre peticiones y ofertas. El movimiento no busca “un consenso”. No emergió desde abajo, volcánicamente, para “llegar a un acuerdo” con los poderes establecidos, independientemente de cómo se resuelva la coyuntura.