Muy hábilmente, Trump ha logrado identificar a Hillary Clinton con todo lo podrido que existe en la sociedad norteamericana: los sinvergüenzas de Wall Street, cuyos paquetes malos llevaron a la crisis de 2008 – y que aún no termina -; a los políticos de Washington, inútiles, corruptos y fatuos; a los partidos políticos, que no representan a nadie, en fin todo lo que significa política y políticos para él.