Estos días hemos reflexionado sobre «el pacto de las catacumbas” que hace cincuenta años firmaron en este lugar alrededor de cuarenta obipos. Se comprometían personalmente a construir «una Iglesia pobre y servidora”. Asi estaban recogiendo el gran deseo de Juan XXIII: que la Iglesia sea «una Iglesia de los pobres”. En el aula conciliar no prosperó la idea, pero el pacto de las catumbas se convirtió en el legado «secreto” del Vaticano II.