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Una Asamblea Constituyente legítima y soberana, que abra paso al real ejercicio de la autodeterminación de los pueblos de Chile"

Una Asamblea Constituyente legítima y soberana, que abra paso al real ejercicio de la autodeterminación de los pueblos de Chile"
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EXTRACTOS DEL DISCURSO DE GUSTAVO RUZ ZAÑARTU, COORDINADOR NACIONAL DEL MOVIMIENTO ASAMBLEA CONSTITUYENTE, EN LA SESIÓN DE CLAUSURA DEL ENCUENTRO NACIONAL REALIZADO EN SANTIAGO LOS DÍAS 10 – 11 Y 12 DE ENERO DE 2020.
Estimadas y estimados constituyentes:
En los debates de esta jornada hemos logrado acuerdos sustantivos sobre todos los temas planteados en la agenda propuesta en la Sesión Inaugural del viernes 10 – 1 – 2020.-
1.- Reafirmamos el marco teórico político que reivindica la Asamblea Constituyente – y el proceso de lucha, unidad y organización social que la antecede – como una etapa en un proceso histórico por la emancipación de los pueblos y no como un fin en sí mismo. No es un ícono ni un fetiche ni una bandera parcial entre muchas otras, sino el escenario y el contexto en que los pueblos, conscientes de su fuerza y de sus derechos inalienables, actúan como PODER CONSTITUYENTE ORIGINARIO. Para alcanzar aquello tenemos que actuar como intelectual colectivo, capaz de capturar y fortalecernos con todos los saberes y experiencias, plurales y diversos, hasta consensuar los cambios sociales, políticos e institucionales que serán aprobadas por la Asamblea Constituyente para que, posteriormente, sean sancionados en un plebiscito al que concurra todo el cuerpo electoral de nuestro país.
Se trata de una creación original, que puede apoyarse en experiencias de muchos otros países, que puede inspirarse en doctrinas y teorías de muchos autores, pero que expresará, en definitiva, la opinión mayoritaria de nuestros pueblos, teniendo en cuenta sus propios intereses, prioridades, anhelos y consensos.
La Asamblea Constituyente, reivindicada por los fundadores de la República, hace ya 200 años,  ha sido resistido y rechazado a sangre y fuego por las élites dominantes y sus amos transnacionales, quienes tienen perfecta conciencia que,  cuando el pueblo participa sin cortapisas, cuando todas y todos podemos opinar, preguntar, aclarar y resolver anteponiendo los intereses de Chile, en ese contexto, es imposible que se sostenga el sistema económico, político e institucional vigente, fruto de la violencia terrorista del Estado iniciada el 11 de septiembre de 1973. Desde entonces opera la violencia clasista, racista y antinacional de los poderes fácticos.
Desmantelar todo aquello que lleva 46 años, no es obra de un día, de un documento, de un caudillo o de una secta. Sólo es posible mediante un PROCESO CONSTITUYENTE en que la mayoría social y política actúa como PODER CONSTITUYENTE ORIGINARIO y, dotada de dicha potestad, inicia los cambios que legítimamente demanda la ciudadanía conforme a su propia cultura, historia, identidad e intereses.
Por eso es que nuestra lucha apunta a crear una nueva correlación de fuerzas capaz de doblegar la resistencia a los cambios que oponen las fuerzas internas y transnacionales que nos han impuesto su hegemonía por la violencia terrorista del Estado, lo que implica un discurso y una práctica política que nos permita alcanzar una mayoría nítida e incuestionable: esto es, una gran amplitud que nos permita aislar y neutralizar a las minorías privilegiadas que se oponen a la democratización de nuestro país. Por otra parte, una estrategia de tal envergadura es imposible de acometer sin una práctica política y un discurso frontalmente alternativo al capitalismo salvaje que ha saqueado nuestros recursos y empobrecido a la mayoría de la población.
En definitiva: la dialéctica que provee la amplitud y la radicalidad de nuestra lucha es la que permitirá alcanzar  el escenario de una Asamblea Constituyente legítima y soberana, que abra paso al real ejercicio de la autodeterminación de los pueblos de Chile.
2.- El clamor popular por una asamblea constituyente es de larga data, pero nuestro actual Movimiento, que surge en el despunte del siglo 21, operó hasta hoy como una iniciativa política y cultural, intentando llegar a todos los sectores ciudadanos dentro y fuera del país.  Una vez que el clamor por una Asamblea Constituyente echó raíces y se transformó en una legítima demanda popular sostenida por numerosos sindicatos, federaciones estudiantiles, agrupaciones culturales, religiosas y sectores políticos muy diversos, grupos  oportunistas intentaron acarrear aguas para su molino, impulsando campañas en las que los ciudadanos y ciudadanas aparecían como meros receptores y objetos de una iniciativa originada en el gobierno o en las cúpulas de los partidos parlamentarios, aquellos mismos que desde 1990  pusieron cerrojo a la Asamblea Constituyente  y prefirieron actuar en el marco de los privilegios que les otorgaba la institucionalidad instalada por la Dictadura mediante la mal llamada Constitución de 1980. Pero una golondrina no hace verano. Al poco tiempo quedó demostrado el carácter INSTRUMENTAL de tales  iniciativas, las que terminaron tal como comenzaron: un engendro de la élite para prolongar sus privilegios en medio de la indiferencia de la mayoría de la población.
Hoy, enero de 2020, estamos en otro escenario.  Gigantescas manifestaciones populares expresaron su frontal rechazo a las cúpulas de partidos parlamentarios y reivindicaron con fuerza abrumadora la convocatoria a una Asamblea Constituyente.  En ese escenario, nuestro movimiento no puede seguir funcionando como operaba hace 4 meses. Se requiere un cambio en sus formas de organización y acción política.
A partir de este Encuentro, asume las características de una organización política igualmente amplia y participativa, pero con  claras definiciones operativas y metodológicas, de tal modo que podamos potenciar el impacto de nuestras ideas emancipadoras con una efectiva dislocación territorial y sectorial, con un riguroso trabajo intelectual, con una mayor capacidad logística y propagandística  y con una real capacidad de discutir y pronunciarse sobre los grandes temas concernidos en nuestro proyecto histórico. La democracia y la horizontalidad de nuestro funcionamiento organizativo no puede ser sinónimo de inoperancia, anarquía, descontrol, fraccionalismo y permisividad ante los intentos del aparato represivo estatal que busca desmoronar lo que ya hemos alcanzado  en amplios sectores de nuestro pueblos.
3.-  En el nuevo escenario histórico en que irrumpieron, desde las bases sociales, las amplias mayorías populares exigiendo de manera nítida e incuestionable la convocatoria a una Asamblea Constituyente, el gobierno de Piñera sólo atinó a apagar el incendio con fuego, recurriendo a la fuerza represiva del Estado. Después de sucesivos fracasos políticos en que no logró el consenso de la élite dominante,  entró en escena el poder fáctico a través del Partido Transversal QUE HA CUSTODIADO EL MODELO ECONÓMICO E INSTITUCIONAL EN LOS ÚLTIMOS 30 AÑOS. Así se gesta el mal llamado ACUERDO DE PAZ POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN, que no busca hacerse cargo de la grave crisis que vive el país sino instalar UNA SALIDA DE EMERGENCIA  QUE PERMITA, POR UNA PARTE, DESACTIVAR LA MOVILIZACIÓN POPULAR CON FALSAS PROMESAS DE APERTURA DEMOCRÁTICA Y, POR LA PARTE, GANAR TIEMPO PARA EVITAR EL TOTAL DESMORONAMIENTO DEL ACTUAL GOBIERNO Y RECONSTRUIR UN PACTO POLÍTICO   QUE ASEGURE LA CONTINUIDAD DEL sistema, de cara a las próximas elecciones de municipales del año 2020 y parlamentarias y presidenciales de 2021.
Nuestro movimiento rechaza este ejercicio de pirotecnia verbal y de cinismo político mal llamado “Acuerdo de Paz”, que surge en un contexto de brutal represión, feroces asesinatos, torturas, violaciones y atropellos sistemáticos y generalizados a los derechos humanos. No aceptaremos que el poder constituido, cuya autoridad legislativa emana de una minoría de la población y cuyo respaldo político apenas se empina sobre el 5 % de los electores, pretenda rayarle la cancha al poder constituyente. No aceptaremos que las fuerzas partidarias de conservar el actual sistema sólo necesiten de un tercio de los delegados para mantenerlo, mientras a nosotros, que queremos cambiarlo, se nos exija más de 2 tercios. No permitiremos que, en la segunda papeleta se consulte por dos alternativas que nunca nadie propuso (“convención mixta” o “convención constitucional”), pero que se excluya la ÚNICA ALTERNATIVA QUE CUENTA CON EL APOYO INCUESTIONABLE DE LA MAYORÍA DE CIUDADANAS Y CIUDADANOS: LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
¿POR QUÉ NO SE  ATREVEN A QUE LA ALTERNATIVA “ASAMBLEA CONSTITUYENTE” aparezca en la segunda papeleta? Muy sencillo. Porque saben que la respuesta afirmativa arrasaría en todo el país y les obligaría  a  aceptar la voluntad soberana decidida, hace ya largo tiempo, a desmantelar el modelo antidemocrático y antinacional impuesto en los últimos 47 años.
No nos prestaremos para esta farsa. Si no se revoca al menos el quorum de dos tercios y si no se incluye la opción de Asamblea Constituyente en la segunda papeleta, el mal llamado Acuerdo de Paz – plasmado en la ya promulgada ley 21200– , debe irse directamente al basurero de la Historia.
Por esta misma razón nos proponemos desde ahora mismo salir al paso de la cortina de humo lanzada desde las alturas del poder fáctico (de la que lamentablemente se han hecho cómplices algunos intelectuales y sindicalistas), con la que se pretende pasar gato por liebre, presentando el mal llamado “ACUERDO DE PAZ”  como un mal menor, y que  “en la práctica sería más o menos lo mismo”  una Convención Constitucional que una Asamblea Constituyente….
Para nosotros, la distancia entre una y otra es la que existe entre una pulga y un elefante. Dicho de otra forma, el mal llamado Acuerdo de Paz es otro engendro cupular para impedir aquello a lo que temen los poderes fácticos y sus sirvientes parlamentarios: la expresión libre y democrática de la soberanía popular en una verdadera Asamblea Constituyente.
Movimiento Asamblea Constituyente

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