Autora nigeriana advierte sobre el neocolonialismo en África: esta vez es ideológico
por Jeffrey F. Kirby
4 años atrás 5 min lectura
Para poder apreciar el argumento del libro, es necesario comprender el contexto de la colonización histórica de África. Muchos occidentales puede que no sean conscientes de la colonización impuesta en los siglos XIX y XX. La colonización se formalizó en la Conferencia de Berlín de 1884, donde las potencias europeas dividieron literalmente a África con unas fronteras establecidas sobre el papel. En lugar de analizar los límites de las tribus y los grupos lingüísticos existentes, se impusieron fronteras desde fuera y la autodeterminación tribal de los pueblos africanos fue sometida a las mismas.
Esta imposición de fronteras basada solo en los recursos introdujo un concepto completamente ajeno a las poblaciones locales de África, un concepto absolutamente opuesto a la visión que tenían de ellos mismos, a su identidad tribal, su cuidado de la tierra y su compromiso mutuo.
Ekeocha utiliza esta colonización histórica para argumentar su punto de vista, según el cual existe una nueva colonización en África. Esta colonización es ideológica y tiene nuevos maestros, que se hacen llamar “donantes”. Los donantes son, una vez más, los países extranjeros, pero también las organizaciones internacionales y las fundaciones privadas.
En lugar de ocupar militarmente, esta colonización invade la cultura y la cosmovisión moral de los pueblos locales. Lo que pretende es imponer los valores liberales occidentales y sus consecuencias, como la anticoncepción y el aborto, a diferentes poblaciones cuyas vidas enteras están marcadas por valores tradicionales y muy diferentes.
Algunos podrían argumentar: ¿No son necesarios estos recursos en África? Basta observar la sobrepoblación y el hambre del continente. ¿No debemos hacer algo?
Estas preguntas nos llevan directamente al corazón del libro de Ekeocha. Nadie quiere que una persona muera de hambre y nadie quiere que una familia se sienta abrumada por tener niños que no puede mantener. Pero al enseñar planificación familiar y al trabajar para acabar con el hambre, los esfuerzos deben comprometerse, dialogar y respetar los principios sagrados y morales de las personas que reciben ayuda. De lo contrario, deja de ser ayuda y se convierte en “colonización ideológica”.
En otras palabras, hay una espiral descendente que pasa de hacer algo con un pueblo, a hacer algo por un pueblo y que acaba en hacer algo a ese pueblo. Es decir, las personas son simples receptores de la cosmovisión e identidad moral de otros. Su propia riqueza, su perspectiva, han sido despojadas y desnudadas.
¿Significa esto que no se pueden introducir nuevas ideas en una cultura? Por supuesto que no. Ekeocha hace un debido elogio a la evangelización cristiana de África. Pero ¿cuál es la diferencia? ¿No es este un doble rasero?
La posibilidad de un doble estándar siempre está ahí. Sin embargo, la diferencia radical está en los valores morales compartidos. Por ejemplo, la diferencia entre los misioneros escoceses históricos en Nigeria y los especialistas médicos actuales de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (International Planned Parenthood Federation) es el concepto que tienen de la persona humana y la centralidad de la dignidad humana basada en esa concepción.
Los pueblos de África, por muy diversos que sean en sus 54 países y miles de tribus y lenguas locales, comparten el hilo conductor unificador de una profunda sensibilidad hacia la vida y la familia. Esto se enriquece con un concepto amplio de la fluidez de la eternidad, la contribución personal de cada persona a la historia del hombre y un profundo amor por sus niños y sus ancianos.
Por tanto, si se van a introducir nuevas ideas o conceptos, es imprescindible respetarlas y construir desde esta cosmovisión moral. Ekeocha muestra cómo se puede hacer. Ella pone el ejemplo de la poligamia. La práctica fue ampliamente aceptada hasta que los misioneros cristianos introdujeron la monogamia. La presentación de ese tipo de matrimonio se basó en el amor africano a los niños y la tribu y mostró a las poblaciones cómo esa expresión de matrimonio fortalecía sus valores.
Otro ejemplo positivo se puede ver en la introducción creativa de la Planificación familiar natural (basada en el clima de las diferentes estaciones) y su buena aceptación en todos los pueblos de África. Esta es la diferencia entre enculturación y colonización.
A modo de comparación, Ekeocha observa: África habla de seguridad, los donantes hablan de sexo seguro. África habla de educación y ordenadores, los donantes hablan de educación sexual y condones. África habla de la vida familiar, los donantes hablan de la planificación familiar a través de la anticoncepción. África habla de agua limpia y atención médica, los donantes hablan del control de la natalidad y el aborto.
Las nuevas ideas en cualquier cultura, por tanto, deben ser una levadura y no un veneno. Estas ideas no deberían conducir a la confusión, al odio hacia sí mismo y a la manipulación de las personas o sus principios por un desequilibrio de poder.
Las culturas reflejan el corazón de su gente, y el corazón de cualquier persona – su conciencia y su sangre vital – exigen respeto y deferencia. África no es diferente. Si los donantes occidentales quieren evitar convertirse en nuevos amos coloniales, entonces deben comprender y respetar este principio y honrar los valores del África de los pueblos africanos.
-Publicado por el padre Jeffrey F. Kirby en Crux. Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana. 02 febrero, 2020
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