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El caso Chile -un país que despertó- y las leyes de Murphy

El caso Chile -un país que despertó- y las leyes de Murphy
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Una de las leyes de Murphy dice que una vez que se abrió una lata de gusanos, es imposible devolverlos a todos a la misma lata; hay que, forzosamente, utilizar una lata más grande.

Este principio es básicamente la segunda ley de la termodinámica: «la cantidad de entropía en el universo tiende a incrementarse en el tiempo.»

En resumen, con el paso del tiempo siempre vamos a pasar de un estado más ordenado a uno más caótico.

Este principio explica también porque el viajar en el tiempo hacia el pasado es imposible: necesitaríamos más energía de la que hay en todo el universo para devolver todo el universo a un estado previo.

Hoy día vi a una paciente a quien atendí el 17 de octubre: Un día antes de que se iniciase el estallido social. ¡Cuánto habían cambiado las cosas entre una y otra consulta! Los problemas previos parecían nimios en comparación a los actuales. Su familia estaba ahora dividida.

De alguna forma se había producido un quiebre irreconciliable. Pero en la sesión se daba cuenta de que el quiebre siempre había estado ahí. La única diferencia es que las grietas ahora eran visibles. Se había caído la careta.

Chile no está hoy ni mejor ni peor que antes del 18 de octubre. Solo ocurrió que se abrió la lata de gusanos, salieron todos, y ahora no hay como devolverlos adentro. Cayeron las máscaras y todos vimos el verdadero rostro de nuestros vecinos.

En algunos casos nos llevamos gratas sorpresas al comprobar que nuestros vecinos pensaban igual que nosotros, solo que no lo hablaban. En otros casos hemos descubierto con horror que vivíamos con monstruos sedientos de sangre, listos a matar a la menor provocación.

Descubrimos que un presidente que nos parecía un ególatra simplón, era en realidad un dictador temeroso de perder el poder.

Descubrimos también que los paladines del reino eran sólo matones sanguinarios, peores que los monstruos de los que decían protegernos.

Pero también descubrimos que habían superhéroes en todas partes, y que los chilenos éramos más duros que los palos, que las piedras y que las balas.

Descubrimos que los mapuches muertos se alzan cien veces más fuertes y poderosos que en vida.

Descubrimos que las mujeres chilenas no le tienen miedo a nada, que no se guardan la voz, que no se quedan calladas ni complacientes ante el abuso y la violencia, y que Fresia, Guacolda y Janequeo tienen dignas hijas en ellas.

Descubrimos también que los jóvenes tienen más corazón, más sabiduría y más valor que nuestros propios padres y que nosotros mismos. Ellos son mecha y combustible, pólvora y yesca del cambio que ellos mismos iniciaron.

Una vez abierta una lata de gusanos, no se puede devolverlos a la misma lata: necesitamos una lata más grande.

Pero aún tenemos un presidente desesperado por volver a la fuerza al 17 de octubre, tratando de meter a puñados los gusanos en la lata.

No se da cuenta de que está luchando con las leyes de la termodinámica, y que la entropía siempre gana al final. La suya es una batalla perdida desde un comienzo, aunque los sicofantes que lo rodean insistan en que puede ganarla.

La única solución es darle a los gusanos una lata más grande. El país le creció abruptamente y no sabe qué hacer con él. Absurdamente insistirá en volver al pasado, en vez de imaginar un futuro mejor para Chile junto con todos sus ciudadanos.

No es posible devolver un bebé al vientre de su madre; no se puede deshacer un huevo frito y volver a sellarlo en su cáscara; no se puede volver analfabeto al que ya aprendió a leer.

¿Cómo pretender devolver un país al pasado?

Solo un bufón lo intentaría.

(Mapuche Vulcano, twitter)

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