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Cien minutos en la cárcel con Lula

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16 de septiembre de 2019
Al expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado en la ciudad de Curitiba, en el sur del país, solo le permiten la visita de dos personas por semana. Una hora. Los jueves en la tarde, de cuatro a cinco. Hay que esperar turno. Y la lista de quienes desean verle es larga… Pero hoy 12 de septiembre, nos toca a Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, y a mí.

Lula está en prisión, cumpliendo una pena de 12 años y 1 mes «por corrupción pasiva y lavado de dinero», pero no ha sido condenado definitivamente (aún puede apelar) y sobre todo, sus acusadores no han podido demostrar su culpabilidad. Todo ha sido una farsa. Como lo han confirmado las demoledoras revelaciones de «The Intercept », una revista de investigación on line dirigida por Glenn Greenwald. Lula ha sido víctima de la arbitrariedad más absoluta. Una trama jurídica totalmente manipulada, destinada a arruinar su popularidad y a eliminarlo de la vida política. A asesinarlo mediáticamente. Impidiendo de ese modo que pudiese presentarse y ganar las elecciones presidenciales del 2018. Una suerte de ‘golpe de estado preventivo’…

Además de ser juzgado de manera absolutamente arbitraria e indecente, Lula ha sido linchado permanentemente por los grandes grupos mediáticos dominantes -en particular O Globo-, al servicio de los intereses de los mayores empresarios, con un odio feroz y revanchista contra el mejor presidente de la historia de Brasil, que sacó de la pobreza a cuarenta millones de brasileños y creó el programa ‘hambre cero’… No se lo perdonan… Cuando falleció su hermano mayor, Genival ‘Vavá’, el más querido, no le dejaron asistir al entierro, a pesar de ser un derecho garantizado por la ley. Y cuando murió de meningitis su nietecito Arthur, de 7 años, el más allegado, sólo le permitieron ir una hora y media (!) al velatorio… Humillaciones, vejaciones, venganzas miserables…

Antes de poner rumbo hacia la cárcel -situada a unos siete kilómetros del centro de Curitiba-, nos reunimos con un grupo de personas cercanas al expresidente para que nos expliquen el contexto.

Roberto Baggio, dirigente local del Movimiento de los Sin Tierra (MST), nos cuenta cómo se organizó la movilización permanente que llaman la « Vigilia». Cientos de personas del gran movimiento «Lula livre!» acampan en permanencia frente al edificio carceral, organizando reuniones, debates, conferencias, conciertos… Y tres veces al día -a las 9h, a las 14h30 y a las 19h-, lanzan a todo pulmón un sonoro: «Bom día!», « Boa tarde!», « Boa noite, Sr Presidente! »… « Para que Lula nos oiga, darle ánimo -nos dice Roberto Baggio-, y hacerle llegar la voz del pueblo… Al principio, pensábamos que eso duraría cinco o seis días y que el Tribunal Supremo pondría en libertad a Lula… Pero ahora estamos organizados para una Protesta Popular Prolongada…».

Carlos Luiz Rocha es uno de los abogados de Lula. Va a verlo casi todos los días. Nos cuenta que el equipo jurídico del expresidente cuestiona la imparcialidad del juez Sergio Moro, ahora recompensado por Bolsonaro con el Ministerio de Justicia, y la imparcialidad de los procuradores… « ‘The Intercept’ lo ha demostrado », nos dice, y añade: « Deltan Dallagnol, el procurador jefe, me lo ha confirmado él mismo… Me afirmó que ‘en el caso de Lula, la cuestión jurídica es una pura filigrana… el problema es político. »

Rocha es relativamente optimista porque, según él, a partir del próximo 20 de septiembre, Lula ya habrá cumplido la parte de la pena suficiente para poder salir en ‘arresto domiciliario’… « Hay otro elemento importante, nos dice, mientras la popularidad de Bolsonaro está cayendo fuertemente, las encuestas muestran que la de Lula vuelve a subir… Actualmente, ya más del 53 por ciento de los ciudadanos piensan que Lula es inocente. La presión social va siendo cada vez más intensa en favor nuestro… ».

Se ha sumado a nosotros nuestra amiga Mônica Valente, secretaria de relaciones internacionales en el seno del Partido de los Trabajadores (PT) y secretaria general del Foro de Sao Paulo.

Juntos, con estos amigos, nos ponemos en ruta hacia el lugar de encarcelamiento de Lula. La cita con el expresidente es a las 4 de la tarde. Pero antes vamos a saludar a los grupos de la Vigilia, y hay que prever las formalidades de ingreso en el edificio carcelario. No es una prisión ordinaria, sino la sede administrativa de la Policía Federal en cuyo seno se ha improvisado un local que sirve de celda.

Sólo entraremos a ver a Lula, Adolfo Pérez Esquivel y yo, acompañados por el abogado Carlos L. Rocha y Mônica Valente. Aunque el personal carcelero es cordial, no deja de ser muy estricto. Los teléfonos nos son retirados. El cacheo es electrónico y minucioso. Solo es permitido llevarle al reo libros y cartas, y aún… porque Adolfo le trae 15000 cartas de admiradores en un pendrive y se lo confiscan para verificarlo muy atentamente… luego se lo devolverán.

Lula está en la cuarta planta. No lo vamos a ver en una sala especial para visitas sino en su propia celda donde está encerrado. Subimos por un ascensor hasta el tercer piso, y alcanzamos el último a pie. Al final de un pasillito, a la izquierda, está la puerta. Hay un guardia armado sentado delante que nos abre. En nada esto se asemeja a una prisión -excepto los guardianes-, parece más bien un local administrativo y anónimo de oficinas. Nos ha acompañado hasta aquí el carcelero jefe, Jorge Chastalo (está escrito en su camiseta), alto, fuerte, rubio, de ojos verde-azules, con los antebrazos tatuados. Un hombre amable y constructivo quien tiene, constato, unas relaciones cordiales con su prisionero.

La habitación-celda es rectangular, entramos por uno de los lados pequeños y se nos presenta en toda su profundidad. Cómo nos han confiscado los teléfonos, no puedo sacar fotos y tomo nota mental de todo lo que observo. Tiene unos seis o siete metros de largo por unos tres y medio de ancho, o sea unos 22 metros cuadrados de superficie. Justo a la derecha, al entrar, está el baño, con ducha y váter; es un cuarto aparte. Al fondo, enfrente, hay dos grandes ventanas cuadradas con rejas horizontales de metal pintadas de blanco. Unos toldos de color gris-plata exteriores dejan entrar la luz natural del día pero impiden ver al exterior. En el ángulo izquierdo del fondo está la cama individual recubierta con un cubrecama color negro y en el suelo una alfombrita. Encima de la cama, clavadas en la pared, hay cinco grandes fotografías en colores del pequeño Arthur, recién fallecido, y de los otros nietos de Lula con sus padres. Al lado, a la derecha, y debajo de una de las ventanas, hay una mesita de noche de madera clara, de estilo años 1950, con dos cajones superpuestos, de color rojo el de arriba. A los pies de la cama, un mueble también de madera sirve de soporte a un pequeño televisor negro de pantalla plana de 32 pulgadas. Al lado, también contra la pared izquierda, hay una mesita bajita con una cafetera y lo necesario para hacer café. Pegado a ella, otro mueble cuadrado y más alto, sirve de soporte a una fuente de agua, una bombona color verde esmeralda como las que se ven en las oficinas. La marca del agua es ‘Prata da Serra’.

En el otro ángulo del fondo, a la derecha, es el rincón gimnasio, con un banco recubierto de falso cuero negro para ejercicios, gomas elásticas para musculación y una gran caminadora. Al lado, entre la cama y la caminadora, un pequeño calentador eléctrico sobre ruedas, color negro. En lo alto de la pared del fondo, sobre las ventanas, hay un aire acondicionado de color blanco.

En medio de la habitación, una mesa cuadrada de 1,20 mts de lado, cubierta con un hule azul celeste y blanco, y cuatro sillas confortables, con reposabrazos, de color negro. Una quinta silla o sillón está disponible contra la pared derecha. Finalmente, pegado al tabique que separa la habitación del cuarto de baño: un gran armario de tres cuerpos, color roble claro y blanco, con una pequeña estantería en el lado derecho que sirve de biblioteca.

Todo modesto y austero, hasta espartano, para un hombre que fue durante ocho años el presidente de una de las diez principales potencias del mundo… Pero todo muy ordenado, muy limpio, muy organizado…

Con su cariño de siempre, con calurosos abrazos y palabras de amistad y afecto, Lula nos acoge con su voz característica, ronca y potente. Viste una camiseta adidas del Corinthians su equipo paulista de fútbol favorito, un pantalón de sudadera gris clarito de marca nike, y unas chanclas blancas de tipo havaianas. Se le ve muy bien de salud, robusto, fuerte : «Camino nueve kilómetros diarios» nos dice. Y en excelente estado psicológico: «Esperaremos tiempos mejores para estar pesimista -afirma- nunca he sido depresivo, jamás, desde que nací; y no lo voy a ser ahora».

Nos sentamos en torno a la mesita, él frente a la puerta, dándole la espalda a las ventanas, Adolfo a su derecha, Mônica enfrente, el abogado Rocha un poco aparte entre Adolfo y Mônica, y yo a su izquierda. Sobre la mesa hay cuatro mugs llenos de lápices de colores y bolígrafos.

Le entrego los dos libros que le he traído, las ediciones brasileñas de «Cien horas con Fidel» y « Hugo Chávez, mi primera vida». Bromea sobre su propia biografía que está escribiendo, desde hace años, nuestro amigo Fernando Morais: «No sé cuándo la va a terminar… Todo empezó cuando salí de la Presidencia, en enero de 2011. Unos días después, fui a un encuentro con los cartoneros de Sao Paulo… Era debajo de un puente, y allí una niña me preguntó si yo sabía lo que había hecho en favor de los cartoneros… Me sorprendió, y le dije que, bueno, nuestros programas sociales, en educación, en salud, en vivienda, etc. Y ella me dijo: « No, lo que usted nos dio fue: dignidad… » Una niña…! Me quedé impresionado… y lo comenté con Fernando… Le dije: « Mira, sería bueno hacer un libro con lo que la gente piensa de lo que hicimos nosotros en el gobierno, lo que piensan los funcionarios, los comerciantes, los empresarios, los trabajadores, los campesinos, los maestros…. Ir preguntándoles, recoger las respuestas…. Hacer un libro no con lo que yo puedo contar de mi presidencia, sino con lo que la propia gente dice… Ese era el proyecto…. (se ríe) pero Fernando se ha lanzado en una obra titanesca porque quiere ser exhaustivo… Sólo ha escrito sobre el período 1980-2002, o sea antes de llegar yo a la presidencia… y ya es un tomo colosal… porque en ese periodo de 22 años ocurrieron tantas cosas… fundamos la CUT (Central Única de Trabajadores), el PT, el MST, lanzamos las campañas «Direitas ja! », y en favor de la Constituyente…. transformamos el país… El PT se convirtió en el primer partido de Brasil… Y debo aclarar que aún hoy, en este país, sólo existe un partido verdaderamente organizado, el nuestro, el PT. »

Le preguntamos sobre su estado de ánimo. « Hoy se cumplen, nos dice, 522 días desde mi entrada en esta cárcel, el sábado 7 de abril de 2017… Y exactamente ayer se cumplió un año de cuando tuve que tomar la decisión más difícil, escribir la carta en la que renunciaba a ser candidato a las elecciones presidenciales de 2018… Estaba en esta celda, solito… dudando… porque me daba cuenta de que estaba cediendo a lo que deseaban mis adversarios…. impedirme ser candidato… Fue un momento duro… de los más duros… y yo completamente solo aquí… Yo pensaba: Es como estar pariendo con mucho dolor y sin nadie que te tenga la mano… ».

Abre el libro « Cien horas con Fidel » y me dice: « Conocí a Fidel en 1985, exactamente a mediados de julio de 1985… Estaba en La Habana por primera vez participando en la Conferencia Sindical de los Trabajadores de América Latina y del Caribe sobre la Deuda Externa… Yo ya había salido de la CUT, ya no era sindicalista, estaba a tiempo completo de Secretario General del PT y era candidato en las elecciones legislativas del año siguiente… Pero no sólo había sindicalistas en esa Conferencia, Fidel había invitado también a intelectuales, profesores, economistas, y dirigentes políticos… Recuerdo que eran ya como las cinco de la tarde, en el Palacio de Congresos, Fidel presidía, y aquello estaba muy aburrido… Entonces Fidel, que yo no conocía personalmente, me mandó un mensaje preguntando si yo iba a hablar… Le contesté que no, que no estaba previsto… Él entonces casi me dio una orden: « Usted tiene que hablar, y será el último, cerramos con usted… » Pero la CUT no quería de ninguna manera que yo tomase la palabra… Así que yo no sabía qué hacer… A eso de las siete de la tarde, desde la presidencia de la mesa, sorpresivamente, Fidel anuncia que yo tengo la palabra… Casi me vi obligado a tomarla, me levanté, fui a la tribuna… y empecé a hablar… sin traducción… hice un largo discurso y terminé diciendo: « Compañero Fidel, quiero decirles a los amigos y amigas aquí reunidos que los Estados Unidos tratan por todos los medios de convencernos de que son invencibles… Pero Cuba ya los venció, Vietnam ya los venció, Nicaragua ya los venció, y El Salvador también los va a vencer… No debemos tenerles miedo! » Hubo fuertes aplausos. Bueno, termina la jornada, y yo me voy a mi casa que me habían asignado en el Laguito… Y cuando llego… quién me estaba esperando en el saloncito de la casa? Fidel y Raúl! Los dos ahí sentados aguardándome… Fidel empezó a preguntarme dónde yo había aprendido a hablar así… Les conté mi vida… Y así fue como nos hicimos amigos para siempre… »

«Debo decir, añade Lula, que Fidel, siempre fue muy respetuoso, nunca me dio un consejo que no fuera realista… Nunca me pidió que hiciera locuras… Prudente… Moderado… Un sabio… Un genio… ».

Lula le pregunta entonces a Pérez Esquivel, quien preside el Comité internacional en favor del otorgamiento del Premio Nobel de la Paz al expresidente brasileño, cómo avanza el proyecto. Adolfo da detalles del gran movimiento mundial de apoyo a esa candidatura y dice que el Premio se anuncia, en general, a principios de octubre, o sea en menos de un mes…Y que según sus fuentes este año será para un o una latinoamericana. Se le ve optimista.

Lula insiste en que es decisivo el apoyo de la Alta Comisaría para los derechos humanos de la ONU que preside Michelle Bachelet. Dice que esa es la « batalla más importante ». Aunque no lo ve fácil. Nos cuenta una anécdota: « Hace unos años, cuando salí de la Presidencia, ya me habían propuesto para el Premio Nobel de la Paz. Un día, me encontré con la reina consorte de Suecia, Silvia, esposa del rey Carlos XVI Gustavo. Ella es hija de una brasileña, Alice Soares de Toledo, así que hablamos en confianza. Y ella me dijo: « Mientras sigas siendo amigo de Chávez, no creo que puedas avanzar mucho… Aléjate de Chávez y tienes el Premio Nobel de la Paz… » Así son las cosas… »

Le pregunto cómo juzga estos primeros ocho meses de gobierno de Jair Bolsonaro. « Bolsonaro está entregando el país, me contesta. Y estoy convencido de que todo lo que está ocurriendo está piloteado por Petrobras… A causa del super-yacimiento de petróleo off shore Pre-Sal, el mayor del mundo, con reservas fabulosas, de muy alta calidad… descubierto en 2006 en nuestras aguas territoriales… aunque está a gran profundidad, más de seis mil metros, su riqueza es de tal dimensión que justifica todo… Hasta puedo afirmar que la reactivación de la IVa Flota, por Washington, que patrulla a lo largo de las costas atlánticas de América del Sur, se decidió cuando se descubrió el yacimiento Pre-Sal… Por eso, nosotros, con Argentina, Venezuela, Uruguay, Ecuador, Bolivia, etc… creamos el Consejo de Seguridad de Unasur… Es un elemento determinante.

Brasil, prosigue Lula, siempre fue un país dominado por élites voluntariamente sometidas a los Estados Unidos… Sólo cuando nosotros llegamos al poder, en 2003, Brasil empezó a ser protagonista… Entramos al G-20, fundamos los BRICS (con Rusia, India, China y Suráfrica), organizamos -por primera vez en un país emergente- los Juegos Olímpicos, la Copa Mundial de fútbol… Nunca hubo tanta integración regional en América Latina…. Por ejemplo, nuestros intercambios en el seno de Mercosur eran de 15 mil millones de dólares, cuando acabé mis dos mandatos se elevaban a 50 mil millones… Hasta con Argentina, cuando llegué eran de 7 mil millones, cuando terminé de 35 mil millones… Los Estados Unidos no quieren que seamos protagonistas, que tengamos soberanía económica, financiera, política, industrial, y menos aún militar… No quieren, por ejemplo, que Brasil firme acuerdos con Francia sobre los submarinos nucleares… Nosotros habíamos avanzado en eso, con el presidente François Hollande, pero con Bolsonaro se derrumbó… Hasta esa miserable declaración, tan espantosamente antifeminista, contra Monique, la esposa del Presidente de Francia Emmanuel Macron, hay que situarla en ese contexto…

El tiempo impartido se termina, hablamos de muchos de sus amigos y amigas que ejercen aún responsabilidades politicas de muy alto nivel en diversos países o en organizaciones internacionales. Nos ruega que les transmitamos a todas y a todos su recuerdo más afectuoso, y agradece su solidaridad.

Insiste en lo siguiente: « Digan que estoy bien, como lo pueden constatar. Estoy consciente de por qué estoy preso. Lo sé muy bien. No ignoro la cantidad de juicios que hay contra mí. No creo que ellos me liberen. Si el Tribunal Supremo me declara inocente, ya hay otros juicios en marcha contra mí para que nunca salga de aquí. No me quieren libre para no correr ningún riesgo… Eso no me da miedo… Yo estoy preparado para tener paciencia… Y dentro de lo que cabe, tengo suerte… hace cien años, ya me habrían ahorcado, o fusilado, o descuartizado… para hacer olvidar cualquier momento de rebeldía… Yo tengo conciencia de mi rol…No voy a abdicar… Conozco mi responsabilidad ante el pueblo brasileño… Estoy preso, pero no me quejo, me siento más libre que millones de brasileños que no comen, no trabajan, no tienen vivienda… parece que están libres pero están presos de su condición social, de la que no pueden salir…

Prefiero estar aquí siendo inocente, que fuera siendo culpable… A todos los que creen en mi inocencia, les digo: No me defiendan sólo con fe ciega… Léanse las revelaciones de « Intercept ». Ahí está todo, argumentado, probado, demostrado. Defiéndanme con argumentos… Elaboren una narrativa, un relato… Quien no elabora una narrativa, en el mundo de hoy, pierde la guerra.

Estoy convencido de que los jueces y los procuradores que montaron la manipulación para encarcelarme no duermen con la tranquilidad que tengo yo. Son ellos los no tienen la conciencia tranquila. Yo soy inocente. Pero no me quedo de brazos cruzados. Lo que vale es la lucha». Curitiba, 12 de septiembre 2019

El autor,  Ignacio Ramonet, es periodista español. Presidente del Consejo de Administración y director de la redacción de “Le Monde Diplomatique” en español. Análisis publicado además por ALAI, Cubadebate, Redecristianas, Infoprisiones, Juventud Rebeklde, Kaosenlared, Noovell.

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Anexo:

Liberalismo radical destrabará economía de Brasil, palabra de ministro

Por Mario Osava*

RÍO DE JANEIRO,  sep 2019 (IPS) – La economía de Brasil vive un bajo crecimiento “estructural” hace cuatro décadas y solo podrá superar el atolladero adoptando el liberalismo que hizo prosperar otros países, es la convicción del ministro de Economía, Paulo Guedes.

Privatizar todo, abrir al máximo la economía nacional y controlar los gastos públicos es su receta. Chile desde los años 70 y Gran Bretaña gobernada por Margareth Thatcher (1979-1990) son algunos ejemplos que mencionó en rueda de prensa con corresponsales extranjeros en Río de Janeiro el viernes 13.

En su visión, países cerrados, con planificación central y gobiernos estatistas, prosperan por cierto tiempo, pero caminan hacia el colapso.

Brasil es un ejemplo. Por tres décadas hasta 1980 registro un crecimiento económico de 7,4 por ciento, “superior al de Japón, China, Estados Unidos, Alemania”. Creó grandes empresas estatales de energía, petróleo, siderurgia, minería y finanzas e hizo grandes inversiones en infraestructura, aceleradores de la expansión.

Ese modelo colapsó, como pasó también con la Unión Soviética y debe ocurrir en China en algún momento, evaluó el ministro, un economista doctorado en la Universidad de Chicago, la gran referencia del pensamiento económico liberal.

Chile, que era más pobre que Brasil, hoy tiene un ingreso por habitante que es doble del brasileño, destacó Guedes, atribuyéndolo a la adopción del liberalismo.

Economistas conocidos como “Chicago boys” condujeron la recuperación económica chilena durante la dictadura militar del general Augusto Pinochet (1973-1990). Guedes acompañó parte de esa experiencia como profesor de la Universidad de Chile en los años 80.

No por casualidad propuso el sistema previsional de capitalización individual, inspirado en el modelo chileno. Pero los legisladores rechazaron ese vuelco en las jubilaciones de Brasil.

Los ejemplos de Guedes, de 70 años,  y su propia biografía hacen recordar que el liberalismo económico se vinculó muchas veces con regímenes dictatoriales, en contradicción con sus ideales de libertad.

Además del caso chileno, el más conocido liberal brasileño, Roberto Campos, muerto en 2001, tuvo su vida profesional asociada a la dictadura militar brasileña (1964-1985).

Y el gobierno de extrema derecha a que sirve Guedes como súper ministro de Economía, con la únificación de cuatro ministerios, ahora es acusado de autoritario incluso por liberales, como la economista Elena Landau, que dirigió el programa de privatización en los años 90.

Tras ocho meses de ese gobierno, presidido por Jair Bolsonaro, un ex capitán del Ejército que alaba la dictadura, Guedes hace un balance positivo de su sector, pero enfrenta visibles dificultades en poner en marcha sus ideas y mantener coherencia con ellas.

El Mercado Común del Sur (Mercosur, bloque de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) avanzó tras ocho años de parálisis, concluyó un acuerdo de libre comercio con Unión Europea (UE), prácticamente se aprobó la reforma del sistema previsional y están en marcha desestatizaciones, incluso de la explotación petrolera, recordó.

Además se aprobó una Ley de Libertad Económica para desburocratizar la actividad empresarial y se está digitalizando la administración pública, acotó.

“Antes abrir una empresa llevaba más de seis meses, ahora solo algunos días. En el Instituto de Seguridad, 97 servicios exigían la presencia física del interesado, pero 90 ya se hace digitalmente”, sostuvo.

Pero la realidad es que la economía brasileña sigue estancada hace dos años y medio, tras una fuerte recesión en 2015 y 2016. Para este año se espera un crecimiento de menos de uno por ciento.

En enero era casi un consenso que la expansión alcanzaría 2,5 por ciento, impulsada por la confianza del empresariado en el nuevo gobierno netamente pro libre mercado. La frustración se debe mucho a las encontradas acciones y declaraciones, especialmente del presidente Bolsonaro.

Guedes dijo que no compartió las previsiones optimistas y cree que en 2020 si se podrá crecer más, “quizás 2,5, uno o 1,5 por ciento, no lo sé”. Con las reformas “ya hay un empuje”, cree.

Su gestión, sin embargo, acaba de sufrir otro revés el 11 de septiembre,  con la renuncia del secretario de Recaudación Federal, Marcos Cintra, que tenía un papel importante en la reforma tributaria que se intenta impulsar en el parlamento.

Conocido y persistente defensor de un impuesto sobre movimiento financiero, Cintra buscaba definir una variación de ese tributo que tuvo vigencia en Brasil entre 1997 y 2007. No se entiende su incorporación por este gobierno, ya que Bolsonaro siempre rechazó ese mecanismo de recaudación.

Pero Guedes pretendía adoptarlo para compensar una reducción de las cargas sobre los salarios, un factor del desempleo de más de 12 millones de brasileños, en un país de 2010 millones de personas.

Un empleo formal cuesta demasiado caro en Brasil, los encargos equivalen a otro sueldo, así “cada trabajador cuesta dos salarios”, lamentó.

Con el aborto del denominado Impuesto de Transacciones Financieras, por orden del presidente y un manifiesto rechazo parlamentario, Guedes dijo que seguirá buscando alternativas para desgravar contratos de trabajo.

Sobre el polémico gobierno de Bolsonaro, el ministro lo definió como “una alianza política del conservadurismo en costumbres y liberalismo en economía”, corrientes que estuvieron excluidas del poder por más de 30 años.

Es un gobierno de “centro-derecha”, compuesto por fuerzas que derrotaron la “centro-izquierda” en las elecciones de octubre de 2018 y que por eso tienen legitimidad para imponer sus políticas, incluso en la cultura, sin que se confunda con censura, opinó.

Extrema derecha es la calificación general del actual gobierno brasileño, compuesto de muchos generales y miembros de credos evangélicos fundamentalistas, por un discurso agresivo e intentos de medidas autoritarias, en gran parte rechazadas por el parlamento o el Supremo Tribunal Federal, por inconstitucionales.

Guedes tiene una explicación para la “inestabilidad política” que produjo gobiernos derechistas y xenófobos como los de Hungría y Estados Unidos y la decisión británica de dejar la UE con el Brexit. No incluyó Bolsonaro en la lista, aunque parezca obligatorio.

La globalización de las últimas décadas ocurrió con un “acoplamiento de dos mundos”, el Occidente y el Oriente, una “fusión que se convirtió en colisión” al agotarse el proceso mutuamente ventajoso, en que la economía mundial crecía más de cinco por ciento como promedio, y la asiática mucho más.

El proceso permitió integrar en el mercado a 3.500 millones de personas, siendo casi 1.000 millones de chinos y otro tanto de indios.

Mientras Europa cometía excesos en su estado de bienestar, con “generosos derechos ofrecidos por la socialdemocracia, como el de jubilación al nacer”. En Estados Unidos el exceso era de especulación financiera y del crédito, analizó.

Con el “crash” de 2008, se generó un “malestar” en el mundo occidental. La competencia china se hizo un factor de desestabilización, especialmente en países europeos que ya no tienen moneda bajo su control.

Pero el camino brasileño es seguir “globalizándose para integrarse a las cadenas productivas” relevantes en el mundo, concluyó el ministro de Economía.

Aunque parezca bien informado, el liberal Guedes se sumó a los prejuicios de sus colegas de gobierno.

Las organizaciones no gubernamentales solo codician la Amazonia, donde “los incendios siguen el promedio de los últimos 14 años” y su gran repercusión internacional es alimentada por opositores al acuerdo UE-Mercosur, dijo.

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El autor, Mario Osava, es periodista  de IPS desde 1978, cuando empezó a trabajar en la corresponsalía de Lisboa, donde escribió también para Cuadernos del Tercer Mundo y fue asistente de producción de filmes en Portugal, donde trabajo con el célebre realizador luso José da Fonseca e Costa. Corresponsal en Brasil desde 1980. Es miembro de consejos o asambleas de socios de varias organizaciones no gubernamentales. 

*Fuente: Other News

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