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Venezuela y el ‘Tancazo’ a la chilena

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05/05/2019
Los acontecimientos acaecidos el 30 de abril en la ciudad de Caracas, ante el intento de golpe de estado patrocinado y dirigido desde los Estados Unidos por los halcones de la Casa Blanca, me hicieron rememorar el denominado Tancazo del 29 de junio de 1973, cuando se levantó en armas un pequeño grupo de militares del Ejército, que realizó el primer intento por derrocar el gobierno encabezado por la figura inmortal del presidente Salvador Allende.

En dicho acto sedicioso fue muerto el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, quien incluso filma su propia muerte, en la asonada fascista hubo 7 muertos y nueve heridos, reporta la prensa de la época. Finalmente la sublevación militar fue sofocada por el propio Comandante en Jefe del Ejército, General Carlos Prats, considerado un militar constitucionalista.

Guardando las diferencias y las característica política de cada país, no dejan de haber ciertas similitudes con los acontecimientos recientes acaecidos en Venezuela. En ese entonces el coronel Souper, a cargo del Regimiento número 2 de Blindados, afincado en Santiago, solicita la rendición de la guardia del palacio de gobierno. Una vez que es informado el presidente Allende de la situación, le manifiesta al subsecretario del Interior, Daniel Vergara, “la guardia no se rinde”. Una vez controlada la situación y detenidos los militares putschista, se comienza a conocer a través de los medios de prensa, que los militares sublevados actuaban en concomitancia con el grupo terrorista de Patria y Libertad, ligado al sector de extrema derecha del Partido Nacional, hoy Renovación Nacional (RN), cuyos máximos dirigentes se asilaron en la embajada de Ecuador.

Todo estos acontecimientos de la época (junio 1973) indicaban que el verdadero Golpe ya se encontraba en marcha, pues el Tancazo fue el ensayo preliminar para explorar las posibilidades defensivas del gobierno de la Unidad Popular, y el alineamiento con el golpe de los militares de las diversas ramas de las fuerzas armadas y en especial del Ejército. En este sentido cabe hacerse la pregunta, si el intento golpista ocurrido el 30 de abril en Caracas, fue el entrenamiento del verdadero del golpe, para luego producir la intervención militar directa o indirecta de los Estados Unidos ?, es una cuestión que solo el desarrollo de los acontecimientos lo determinara.

Lo cierto es que el Tanquetazo no paso sin dejar secuelas y partir de ese momento se comenzaron a agudizar los preparativos del verdadero golpe, que como todos conocemos se produjo finalmente el 11 de septiembre de 1973, que finalizo con el asesinato del presidente Allende y la instalación de una de las dictaduras más siniestra de América Latina y que conto con el financiamiento del Departamento de Estado norteamericano, la CIA, el apoyo de los grandes empresarios y terratenientes chilenos, además del apoyo del Partido Nacional (RN), la Democracia Cristiana (DC), los cuales formaban parte de la CODE (Confederación por la democracia) y su brazos armados, las organizaciones terroristas Rolando Matus y Patria y Libertad.

El Tancazo es ejemplificador en este sentido y como decíamos en un artículo anterior, Trump y los halcones de la Casa Blanca, aún no han encontrado un Pinochet para Venezuela, pero eso no significa que no vayan a agotar esfuerzos para encontrar un grupo de altos oficiales de las Fuerzas Armadas, que comprados con los dólares de la muerte, estén dispuestos a sumarse a una nueva intentona golpista. Pues el problema político decisivo es el control de la fuerza militar, condición última del éxito de los conspiradores, como ocurrió en Chile en septiembre de 1973.

Trump y las diversas instancias de inteligencia (CIA, Pentágono, NSA, Usaid+-), han desplegado todos los esfuerzos por erosionar y romper la cohesión de las fuerzas armadas, independientemente de que hasta ahora, estas se encuentren alineadas con el gobierno de Nicolas Maduro y la Constitución Bolivariana. En este sentido no caben posiciones políticas ortodoxas o dogmáticas, pues los acontecimiento se desarrollan de manera vertiginosa, a veces inesperadas y que pudieran revertir la actual situación que vive Venezuela, cuestión que no previeron los dirigentes políticos de la izquierda chilena de la Unidad Popular, en el momento más crítico del proceso de cambios que vivía Chile. De allí que no se puede minimizar lo acontecido el 30 de abril en Caracas y hay que digerirlo en su real dimensión, pues está en juego la continuidad de la revolución bolivariana.

En este sentido, el gobierno de Nicolas Maduro, el PSUV y las otras fuerzas políticas que apoyan el proceso de cambios que vive Venezuela, deben ser capaces como resolver los diversos problemas tácticos y estratégicos planteados ante la realidad de crisis que vive el país, manteniendo la ofensiva ante la ferocidad imperial y de la contrarrevolución. La cohesión de las fuerzas progresistas y de la izquierda venezolana, para defender el proceso de cambios que vive el país, debe responder al unisonó, es una cuestión de vital importancia de la revolución bolivariana, en donde las organizaciones sociales, barriales, sindicales, estudiantiles deben jugar un rol protagónico de primera línea en la defensa de la soberanía y la agresión imperial. Hay que frenar el avance de las posiciones golpistas larvadas al interior de la FANB. El pueblo venezolano requiere de una vanguardia política cohesionada y que se encuentre a la altura de los complejos problemas económicos, políticos y sociales que vive el país.

A raíz de los de los intentos del golpe fallido en Venezuela, los neofascistas como Bolton, Pompeo, Feller, Marco Rubio y Trump han manifestado de forma reiterada “que todas las cartas están sobre la mesa”. Todo parece indicar que una de sus cartas a utilizar, será crear las condiciones propicias para desatar una “guerra civil” en el país. Para tales efectos, utilizará a los militares que han desertado, terrorista preparados por el Mosad, mercenarios (Academi ex Blackwater) y paramilitares colombianos, que sería de un costo político menor para los Estados Unidos, pues los disfrazarían como una sublevación masiva del pueblo venezolano. Lo cierto es que lo del 30 de abril, fue el campanazo de alerta que evidencia el avance de los planes conspirativos de los Estados Unidos y sus marionetas de Caracas.

La otra carta, a un costo geopolítico mayor para Trump y sus halcones, sería la intervención militar directa, con el apoyo de al menos 5 países de América Latina en donde hay presencia continua de militares estadounidenses asentados en bases militares. Y otros tantos, donde hay participación o inversión de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Honduras, El Salvador, Colombia, Panamá y Perú. También se menciona algún tipo de participación militar de Costa Rica y Brasil. Ahora las bases a utilizar sería las que se encuentran más cercanas a la geografía venezolana, además de la flota del Comando Sur que tiene Estados Unidos circundando cerca de las costas venezolanas.

La conspiración de Trump y sus secuaces, ya está desatada, seguirán cercando gradualmente a Venezuela, continuaran asfixiando la economía del país caribeño, seguirá implementando sanciones diversas y buscara un golpe rápido y efectivo igual como hicieran en el Chile de Allende o como la invasión a Irak y el cuento de las armas de destrucción masiva o en los mismos términos que pusieron fin al régimen de Gadafi en Libia, pues son los modelos y juego de cartas a seguir. Ahora EE.UU. busca la coyuntura precisa, creando caos, confusión y presidido con un montaje mediático (fake new) sin precedentes, que les permita justificar ante el mundo el baño de sangre.

En este sentido, cabe destacar que la contrarrevolución, no es tan solo una recuperación de posiciones perdidas, esta persigue asegurar y controlar por un lado, los recursos naturales más relevantes de Venezuela (petróleo, oro, coltán, metales raros, etc.) en beneficio de los Estados Unidos, para luego continuar siendo un país dependiente y subdesarrollado más, del capitalismo trasnacional, como ocurre hoy en una buena parte de Latinoamérica.

Estados Unidos y los golpistas del sector reaccionario y fascista de la derecha venezolana, incluidos los grandes empresario nacionales y extranjeros, buscan un cambio profundamente reaccionario de la sociedad venezolana. Buscan una transformación histórica en todos los planos, que garantice a la oligarquía y el imperialismo, el control del país a través de un régimen autoritario y represivo, ante cualquier amenaza que ponga en juego la estabilidad de sus intereses económicos y depredadores.  

El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la derecha golpista, desde que asumiera la presidencia Chávez han buscado crear el clima propicio para quebrar la cohesión de las FANB. Son el mismo sector social que estará en sus casas de barrios exclusivos o en Miami, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías, corrupción y sus privilegios.

Ahora, China y Rusia con respecto a la crisis que vive Venezuela, han expresado que solo los venezolanos tienen derecho a determinar el futuro de su país y que los intentos de cualquier intervención externa por la fuerza en los asuntos internos del país caribeño, alejan la posibilidad real de una solución política efectiva a la crisis.

En entrevista concedida para la agencia EFE, el golpista Leopoldo López, que se encuentra en calidad de huésped en la embajada de España, expresaba que “la intervención militar en Venezuela es una opción que sigue presente entre la oposición al Gobierno de Nicolás Maduro”. Y al igual que Trump afirmaba que…” nosotros no descartamos ningún escenario”. Pese a no descartar una intervención militar internacional insiste que «tiene que ser un proceso que cuente con la fuerza del pueblo y el apoyo de los militares». El golpista Leopoldo López, reafirma que la conspiración sigue en marcha, hasta alcanzar su éxito y a cualquier precio.

Finalmente, elevar la solidaridad internacional con el pueblo venezolano y el gobierno de Nicolas Maduro, es una cuestión de primer orden, aquí no caben posiciones de medias tintas y crítica interesadas o ambiguas, de aquellos que se dicen izquierdistas, pues defender el proceso revolucionario venezolano es además una cuestión de primer orden. Pues el golpe, el fantasma de la guerra civil o la intervención militar estadounidense están latentes y dispuestas a desatar el baño de sangre en el país caribeño.

-El autor, Eduardo Andrade Bone, es Comunicador Social, Analista Político y Corresponsal de prensa AIP

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