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Perú: una minería colonial del siglo XXI

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INDEBIDOS BENEFICIOS TRIBUTARIOS

¡Vale un Perú! Era la frase sinónimo de riqueza que en Europa se utilizaba en el lenguaje popular, incluso muy avanzado el siglo XX. Debiera ser evidente que tal exclamación tiene su origen en la inundación de oro y plata americana producto de la conquista y saqueo de las riquezas de lo que hoy es México y Perú.

Expresión de ello fue el tesoro de Atahualpa o el saqueo del Cuzco donde en el templo del Sol, el “Coricancha” se reproducían figuras de animales en oro puro al tamaño natural, sorprendiendo a los españoles con tanta riqueza, en una sociedad donde el oro tenía un valor de uso ritual.

Era tal abundancia de oro en el “Reino del Perú” que ante la escasez del hierro para los herrajes se usaba el oro y la plata como tales para preservar las pezuñas de sus caballos que como capital invertido tenían también su cuota en la distribución de la riqueza tomada a la fuerza.

Tanto oro y plata por soldado de infantería, tanto por el de caballería, e incluso se pagaba por dogos y lebreles, perros que estaban acostumbrados a la “carne de indios” según el padre Fray Bartolomé de las Casas. ¡Pareciera que esta historia no la recuerda la monarquía actual española!

Tal carácter colonial de la explotación minera lamentablemente se reproduce en la actividad minera, no solamente en la minería informal con formas de semiesclavitud de la mano de obra, y en la llamada minería artesanal que funciona muchas veces articulada a la minería formal sobre todo de carácter aurífero.

BENEFICIOS TRIBUTARIOS

En verdad, su carácter colonial se explica también por la debilidad del Estado ante el poder de las grandes empresas mineras y de grupos criollos que mantienen una serie de privilegios tributarios que serían inaceptables en una sociedad moderna, donde la riqueza debe ser gravada bajo los principios de la justicia tributaria, donde los que “ganan más, deben pagar más”, aquí ocurre todo lo contrario.

Parte y expresión de dicho carácter colonial en la explotación minera que se desenvuelve en el Perú tiene que ver con los beneficios tributarios y la mínima recaudación que percibe el fisco de nuestro país, a través del impuesto a la renta y una serie de ingresos fiscales producto de la reforma tributaria, “nuevo marco tributario” se le llamó el cual se realizó en los primeros meses del gobierno de la pareja presidencial Humala & Heredia, con un carácter entregista y oscuro.

Siendo considerado como el sector más importante de la economía peruana en la generación de divisas pues explica en promedio el 60 % de las mismas, es también el sector que en la práctica abona directamente mínimos ingresos fiscales a los cuales habría que sumar una indebida devolución de impuestos, que en los últimos años supera la propia recaudación del impuesto a la renta.

COSTOS DE PRODUCCIÓN BAJÍSIMOS

A ello debiera añadirse  las políticas laborales de “cholo barato” con salarios de angustia que explican la rentabilidad y la mentada competitividad internacional de la minería que se desenvuelve en el Perú. Ello explica el porqué la minería en nuestro país tiene uno de los costos de producción más bajos del mundo sobre todo en la extracción de cobre y oro, que se suma a la nula valorización de la riqueza minera que se expresa crudamente en la realidad de los pasivos mineros que suman más de 9 mil en todo el país.

Sería de importancia tener presente la nula valorización de la riqueza minera para favorecer a las grandes transnacionales sobre todo en el proceso de privatización de las empresas estatales mineras, como las unidades de Centromín Perú, tales como Andaychagua, San Cristóbal, Cerro de Pasco, Morococha, Casapalca, por no mencionar Cerro Verde o la Mra. Tintaya que prácticamente se vendieron a “precios de remate” durante la dictadura  fujimorista.

Igualmente la nula valorización de los yacimientos mineros explica el carácter colonial de la minería que se desenvuelve en nuestro país, cuando se ofrecían en venta yacimientos reconocidos donde el propio estado había asumido los costos de exploración en la identificación de reservas.

Así, los recursos de cobre y zinc de lo que hoy es la Mra. Antamina fueron explorados por la estatal Centromín, y hacia 1998 fueron transferidos por la ridícula suma de US $ 19.5 millones de dólares, al consorcio conformado por las transnacionales HP Billiton, Glencore, Teck/Cominco y Marubeni que inició operaciones en el 2001 con una inversión de US $ 2,350 millones de dólares, capitales que fueron recuperados en menos de tres años gracias al “boom minero”

En el mismo sentido, el proyecto de Quellaveco, donde su anterior propietario privado la Southern Perú Copper Corporation (SPCC) bajo propiedad de capitales gringos, había explorado sus reservas, al igual que el estado cuando dicho proyecto fue estatizado por el gobierno militar del general Velasco Alvarado.

Este proyecto con reservas reconocidas fue privatizado en 1992 por la absurda suma de US $ 12.5 millones que se pagaron dicho sea de paso en cómodas cuotas anuales, y donde después de 27 años la empresa AngloAmerican iniciaría la explotación.

SE EXPORTAN CONCENTRADOS

Agrava el carácter colonial de sus operaciones la explotación y exportación primaria en la condición de concentrados, los cuales tienen un precio de mercado muy por debajo de los minerales finos, es decir que han sido refinados internamente.

Señalando que  la exportación minera es básicamente  de concentrados de cobre, plata, zinc, plomo etc. con un pobre valor agregado, como en la década de los cincuenta del siglo pasado. Es más, el proceso de fundición y refinación se realiza en terceros países donde se obtienen una serie de subproductos que no son valorizados por el estado peruano, lo cual constituye una grave evasión fiscal ante un estado permisivo.

Así, gracias a la refinación del cobre de la SPCC en Ilo, con la obtención de cobre fino en su forma de blister, cátodos, alambrón de cobre, también se obtienen subproductos tales como plata, oro, molibdeno, y ácido sulfúrico que tienen precios de mercado y un importante valor.

Es decir, con excepción del cobre de la Southern Perú (SPCC) que se refina en Ilo (Moquegua), y el zinc que se trata en la Refinería de Cajamarquilla, y el estaño de Minsur que se refina en Pisco, prácticamente el resto de la minería se exportan como concentrados a menores precios que el cobre fino, zinc fino y estaño fino, lo cual constituye una descapitalización del país.

UN ESTADO MISIONERO

Contra las versiones muy propias de la “Sociedad de Minería, Petróleo y Energía” y sobre todo del Ministerio de Energía y Minas (MINEM) y del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el estado no está percibiendo los ingresos fiscales que debiera percibir por la explotación de los recursos naturales no renovables, agotables en el tiempo como son los recursos mineros.

En un artículo tituladoPERÚ: RIQUEZA MINERA CON ESTADO MISIO” señalaba que los ingresos directamente recaudados por el estado peruano en el 2017 sea por el impuesto a la renta, y otros ingresos tales como el impuesto especial, las regalías mineras, tanto las viejas como las nuevas, el denominado gravamen minero y los derechos de vigencia mineros, prácticamente se habían derrumbado en relación a los ingresos de exportación en una participación del 5 %

Ello significaba que por cada 100 soles de ingresos de exportación el estado directamente recaudaba S/ 5 soles, y en verdad dicha participación sería menor pues estamos considerando solamente los ingresos de exportación que constituyen en promedio un 95 % del valor de la producción minera, pues un aproximado  5% se realiza es decir se vende en el mercado interno, sea el zinc, plomo, hierro y la plata.

El carácter deducible de las regalías mineras como del impuesto especial como el gravamen minero, como gasto tributario afecta la recaudación fiscal del impuesto a la renta. Es decir, las mineras con un bolsillo pagan las regalías “viejas y nuevas”, el impuesto especial y el gravamen minero. Con el otro bolsillo deducen los montos abonados por medio de menores impuestos a la renta. Es decir ¡Las mineras se la llevan fácil!

Es más, contra toda lógica gracias a las “bondades de la globalización”, el fisco tiene que devolverles impuestos a las empresas mineras, bajo el concepto que no se exportan impuestos sobre todo del impuesto general a las ventas (IGV) por la compra de bienes y servicios necesarios para la exportación (Devolución Tributaria).

En los últimos años esta devolución del IGV supera el propio impuesto a la renta recaudado, por lo que sería posible afirmar que el conjunto de la sociedad, en especial los productores formales estarían subsidiando la reproducción del capital minero. ¡De ripley aunque usted no lo crea!

En verdad esta devolución de impuestos no deja de ser un beneficio tributario, que se agrava cuando la matriz que opera a través de una subsidiaria en el Perú, está ubicada en un paraíso fiscal tipo Bahamas, o Panamá donde al secreto bancario, se agrega la exoneración del pago de impuestos.

Es más, muchas empresas mineras le venden la mayor parte de su producción a su matriz como es el caso de Shougang Hierro Perú donde el 97 % de su producción “es comprada” por Shougang Corporation, su matriz en la China Popular.

CAÍDA EN LA PARTICIPACIÓN FISCAL

El cuadro resumen, de los diversos ingresos fiscales, tributarios y no tributarios como participación de los ingresos de exportación mineros, expresa el pertinaz derrumbe de la participación fiscal desde el 2012 al 2017 que supera apenas el 6% como promedio.

Se está considerando el impuesto a la renta de la minería metálica, el impuesto especial a la minería, las “viejas y nuevas regalías”, el gravamen minero y los derechos de vigencia minero. El total de tales ingresos fiscales desde el 2012 al 2017 se derrumban como se puede observar en el cuadro respectivo. “Participación de los Ingresos Tributarios y No Tributarios de la Minería frente a los Ingresos de Exportación”

Como se podrá observar de un nivel de ingresos fiscales en el 2012 por más de S/ 8,588 millones de soles se cae al abismo del 2016 con la recaudación por todo concepto de S/ 2,163 millones para recuperarse en el 2017 con S/ 4,258 millones gracias al efecto combinado de mejores precios y una mayor producción.

En verdad, esta realidad se agrava pues con la entrada de los nuevos proyectos a partir del 2015 tales como Las Bambas en Apurímac, Toromocho en Junín y Constancia en el Cuzco, más las ampliaciones de Cerro Verde, SPCC, y Tintaya Antapaccay se incrementa de manera significativa la producción de cobre y zinc pero disminuye la participación fiscal gracias a los beneficios tributarios entre otros privilegios.

Con el agravante  que en el 2018 con una producción de cobre fina superior a los 2.4 millones de toneladas el fisco apenas capta un poco más del 6 % como participación fiscal directa, ingresos que se licuan por la devolución de impuestos.

EPÍLOGO

En resumen, se puede inferir que el nuevo marco tributario vigente a partir del 2012 fue absolutamente favorable para las empresas mineras en especial aquellas como Cerro Verde, Antamina, Tintaya, Minsur entre otras que tenían fecha de término en sus contratos de estabilidad jurídica, tributaria y que habrían tenido que abonar por ejemplo el 3% por concepto de regalías mineras aplicadas sobre el valor de los ingresos por ventas de concentrados.

Si se hubiese mantenido el anterior regimen tributario tanto las viejas  regalías aplicadas sobre el valor del concentrado, como el llamado “Aporte Voluntario Minero” que no tenía carácter deducible y se definía como el 3.75% de la utilidad neta, con la característica de ser invertido en las comunidades aledañas a la producción minera, los ingresos fiscales hubiesen sido mayores, y los conflictos sociales menores.

Es decir, las empresas mineras en especial las del “cogollo minero”   se vieron beneficiadas gracias al nacionalismo del señor Humala, de allí la contradicción que a más producción de riqueza minera mayor es la pobreza fiscal y el deterioro del capital natural, cuestión que se debe superar, para convertir a la actividad minera en un real motor del desarrollo del país.

 

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