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Desmontando las mentiras de Hollywood sobre el día de la Victoria

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Los números que no hay que olvidar

Las tropas alemanas en la Unión Soviética destruyeron 1.710 ciudades, 70.000 pueblos, 32.000 fabricas, 2.766 iglesias y conventos, 4.000 Bibliotecas y 427 Museos. Luchando contra las tropas nazis dieron su vida 7 millones de soldados soviéticos y 20 millones de civiles. En total la Unión Soviética lamentó 27 millones de muertos. Los aliados (EE.UU. + Inglaterra + Francia) lamentaron la muerte de 800.000 soldados.


8:40 am

La Segunda Guerra Mundial provocó más de 50 millones de muertos, más de la mitad de las pérdidas humanas en Europa fueron de la Unión Soviética (Foto: Cortesía)

El 9 de mayo se cumplen 74 años de la victoria sobre el nazismo durante la II Guerra Mundial.

Se le denominó Gran Guerra Patria a dicha contienda en la Unión Soviética. A las 0:43 (hora de Moscú), el Mariscal de Campo, Wilhelm Keitel, firmaba la rendición incondicional en Berlín, en presencia del memorable Mariscal del Ejército Rojo, Zhúkov. Se estima que perecieron más de 50 millones de personas, siendo una de las páginas más oscuras de nuestra historia contemporánea.

Luego de la caída de la URSS, el aparato de propaganda hollywoodense, incluso historiadores occidentales, se han encargado de tratar de reescribir la historia. Al público occidental se le ha hecho creer que la Segunda Guerra Mundial se decidió entre soldados norteamericanos y alemanes, algo bastante alejado de la realidad.

Incluso, se han afincado en hechos reales para tratar de tergiversar, siendo el mejor ejemplo el «análisis» que se realiza del pacto Molotov-Ribbentrop, tratado de no agresión firmado entre el Tercer Reich y la Unión Soviética el 23 de agosto de 1939, una semana antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Se ha querido hacer ver que Stalin hizo alianza con el nazismo, dándole la espalda a Gran Bretaña y Francia, y peor aún, dicho día es conocido como «Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo» desde el año 2009. Ese mismo año la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE) aprobó una resolución equiparando la participación de la URSS y la Alemania Nazi en el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Lo cierto es que antes, el 30 de septiembre de 1938, el Primer Ministro británico, Chamberlain, y el francés Daladier, se reunieron en Munich con Hitler y Mussolini para desmembrar a Checoslovaquia, país que constituía un obstáculo a la dominación alemana sobre Europa, así como para aislar a la URSS. Los franceses e ingleses actuaron de manera cobarde, además consideraron que era mejor pactar con Hitler que escuchar las propuestas de Stalin para formar un frente de defensa común.

En la Cámara de los Comunes, Chamberlain llegó a decir que Hitler era «un hombre de honor» que mantendría la paz luego de haber obtenido los Sudetes. Stalin posteriormente consideró responder con un pacto de no agresión con la Alemania Nazi, que todos sabían era cuestión de tiempo para que fuera violado.

La Segunda Guerra Mundial inicia con la embestida imparable del ejército alemán a Polonia en septiembre de 1939. En el verano de 1940, Alemania parecía invencible, pero un 30 de abril de 1945 Hitler se suicidaba en Berlín cuando el Ejército Rojo se encontraba a las puertas de dicha ciudad.

El curso de la guerra no cambió por el desembarco de Normandía (1944) ni por la batalla de Stalingrado (1942-1943), fue mucho antes, en 1941 a las afueras de Moscú (Batalla de Moscú), convirtiéndose en el punto de inflexión y la herida de muerte de los esfuerzos de guerra de la Alemania Nazi.

La guerra contra la Unión Soviética era la que Hitler había deseado desde el principio, como dejó claro en las páginas de Mein Kampf (Mi Lucha), escrito a mediados de la década de 1920. El 11 de agosto de 1939, Hitler había dicho a Carl J. Burckhardt, un funcionario de la Liga de las Naciones, que «todo lo que él había preparado era en contra de Rusia» y que «si en Occidente eran demasiado estúpidos y ciegos para entenderlo, se vería obligado a llegar a un compromiso con los rusos para vencer a Occidente y luego dar la vuelta con todo su poder a la Unión Soviética»; y así sucedió.

Hitler tenía claro que para ganar la guerra era esencial en conquistar la inmensa cantidad de recursos naturales de la URSS, especialmente el petróleo, vital para mantener andando su maquinaria de guerra. Vale la pena resaltar que el petróleo de reserva de Alemania para la época provino principalmente de empresas de Estados Unidos. Hitler era admirado y respetado por la oligarquía norteamericana. Henry Ford recibió la más alta distinción que la Alemania Nazi podría darle a un ciudadano extranjero.

Al caer Francia y tener la Alemania Nazi la retaguardia asegurada, se da inicio a la «Operación Barbarroja» el 22 de junio de 1941. El ataque hacia el este era el principal objetivo. Hitler y su alto mando militar pensaban que el ejército soviético había sufrido un daño irreparable producto de las purgas de Stalin en la década de 1930, impulsadas principalmente por la contrainteligencia alemana.

Muchos oficiales soviéticos caídos en desgracia fueron de alguna forma los mentores de los generales alemanes en el uso de las tácticas de guerra moderna usando la infantería mecanizada, tanques y la guerra relámpago. Hitler pensaba que en seis semanas a lo máximo, los vastos territorios soviéticos estarían a sus pies, logrando la mayor de sus victorias, algo que ni Napoleón pudo en su momento saborear.

Tres millones de soldados alemanes y cerca de setecientos mil aliados de estos cruzaron la frontera con la URSS; su equipo constaba de 600.000 vehículos, 3.648 tanques, más de 2.700 aviones y algo más de 7.000 piezas de artillería. Los soviéticos no pudieron contener al principio la avanzada, sufriendo inmensas pérdidas territoriales, bajas numerosas en el Ejército Rojo y la apertura del camino hacia el corazón de la URSS: Moscú.

A pesar de todo, se le había hecho frente a la máquina militar más poderosa de la Tierra, plantando una resistencia tenaz en muchas ocasiones. El general alemán, Franz Halder, principal impulsor de la «Operación Barbarroja», reconocía que la resistencia soviética era mucho más intensa de la que los alemanes habían enfrentado en Europa Occidental.

Los alemanes posteriormente empezaron a pasar a la defensiva en varios frentes, sufriendo una de las principales desventajas de la «Guerra Relámpago» al estancarse: larguísimas y vulnerables vías de suministro. El Ejército Rojo estaba mucho mejor equipado de lo esperando, representando un fracaso rotundo de los órganos de inteligencia alemanes.

Habían subestimado la determinación de los soviéticos y la esperanza de que las tropas pudieran llegar al Volga y a los campos petrolíferos del Cáucaso se desvanecían. A finales de agosto, cuando la Operación Barbarroja debería haber llegado a su fin, un memorando del Alto Mando de la Wehrmacht reconoce que tal vez no fuera posible ganar la guerra en 1941.

En octubre los alemanes pudieron tomar Kiev (Ucrania) y planearon la «Operación Typhoon» para el golpe definitivo a la URSS, es decir, la toma de Moscú. El Ejército Rojo empezó a recibir refuerzos del Lejano Oriente y a contar con superioridad aérea en la zona. La maquinaria industrial de la URSS subestimada por los alemanes se dedicó casi en su totalidad a los esfuerzos de guerra. Las larguísimas vías de suministro alemanas eran asediadas por los partisanos, trayendo como consecuencia la falta de alimentos, medicinas y de equipo militar para estos.

Los alemanes a mediados de noviembre de 1941 lograron estar a 30 kilómetros de Moscú, pero las tropas y sus oficiales tenían la certeza de que era un imposible tomar la ciudad: estaban agotados, mal alimentados, sin refuerzos y con limitado equipo militar. Ya para el 3 de diciembre, varias unidades habían abandonado la ofensiva.

El 5 de diciembre el Ejército Rojo lanza un masivo ataque empujando a los alemanes a decenas de kilómetros de Moscú, con grandísimas pérdidas humanas y de material bélico. El 8 de diciembre, Hitler ordenó a su ejército abandonar la ofensiva y retirarse a posiciones defensivas. La «Operación Barbarroja» había fracasado y ya los alemanes no volverían a tener el monopolio de la ofensiva.

El curso de la Segunda Guerra Mundial cambió el 5 de diciembre de 1941. Los generales e industriales alemanes ya sugerían la imposibilidad de victoria alguna y sugerían la solución del conflicto por vías diplomáticas.

La Alemania Nazi estaba condenada, pero la guerra aún se prolongaría. Hitler reuniría todas las fuerzas disponibles y las movilizaría para una ofensiva («Operación Azul») hacia los campos petrolíferos del Cáucaso (a través de Stalingrado). Hitler mismo reconoció que «si no ponía su mano en el petróleo de Maikop y Grozni, entonces tendría que poner fin a la guerra.»

La Wehrmacht no pudo compensar las enormes pérdidas que había sufrido en 1941. Entre el 22 de junio 1941 y 31 enero de 1942, los alemanes perdieron 6.000 aviones y más de 3.200 tanques y vehículos similares; y hasta 918.000 hombres, heridos o desaparecidos en acción, lo que representaba el 28,7% de la dotación media del ejército que era de 3,2 millones de hombres.

En la Unión Soviética, Alemania perdería no menos de 10 millones del total de 13,5 millones de muertos, heridos o prisioneros, durante toda la guerra. Y el Ejército Rojo fue el responsable del 90% de todos los soldados alemanes que perecieron en la Segunda Guerra Mundial. Como era de esperarse, la ofensiva se estancó, inevitablemente, en septiembre de 1942, exponiendo las larguísimas líneas de suministro al ataque del Ejército Rojo, lo que sucedió, rodeándolo en Stalingrado y provocando una dura derrota.

Posteriormente se da la batalla de Kursk (del 5 de julio al 23 de agosto de 1943), de la cual no hay registro en la historia militar que iguale la cantidad inmensa de bajas en dicha batalla. Dos millones de personas, 6.000 tanques y 4.000 aviones participaron en esta confrontación a 8.524 kilómetros al sur de Moscú. Fue también la batalla de tanques más grande de la humanidad y difícilmente existirá una similar.

Las bajas rusas ascendieron a un cuarto de millón de personas; los nazis perdieron 500.000 soldados. Fue el golpe definitivo para que las fuerzas alemanas empezaran la retirada de los dominios soviéticos.

En septiembre de 1944 el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, en un mensaje a Stalin, escribió: «Aprovecharé la ocasión mañana para repetir en la Cámara de los Comunes lo que ya he dicho anteriormente, que es precisamente el Ejército Rojo el que le ha sacado las entrañas a la máquina de guerra alemana…».

El historiador ruso, Guennadi Bordiugov, ilustró perfectamente las dimensiones de la victoria soviética sobre el nazismo: «Si tomamos la dimensión territorial está claro que el frente soviético-alemán o frente oriental era el que tenía mayor extensión. Era hasta cuatro veces mayor que el norteafricano, el italiano y el frente occidental (alrededor de 4.000 kilómetros en 1941 y más de 6.000 en 1942). El Ejército Rojo derrotó en el frente oriental 674 divisiones (508 de la Wehrmacht y 166 aliadas). El ejército anglo-norteamericano en África del Norte se enfrentó de 1941 a 1943 a entre 9 y 20 divisiones, en Italia de 1943 a 1945 fueron entre 7 y 26 divisiones y en Europa Occidental, después de que se abriera el frente occidental en 1944, entre 56 y 75 divisiones».

En el frente oriental las pérdidas de la Wehrmacht en sus enfrentamientos con el Ejército Rojo alcanzaron el 73% del total, y las bajas de las fuerzas alemanas en soldados fueron aquí cuatro veces más altas que en los escenarios bélicos de Europa Occidental y el Mediterráneo.

Las tropas del Ejército Rojo entre 1941 y 1945 derrotaron o apresaron a 607 divisiones enemigas mientras que en el mismo tiempo las fuerzas anglo-norteamericanas lo hicieron con cerca de unas 176 divisiones. En el frente oriental la Wehrmacht perdió el 70% de todos los aviones durante la guerra, el 75% de los tanques y el 74% de la artillería.

La Segunda Guerra Mundial provocó más de 50 millones de muertos, más de la mitad de las pérdidas humanas en Europa fueron de la Unión Soviética. En total supusieron más de 27 millones de personas, siendo además una importante parte de las mismas civiles y no combatientes.

Las pérdidas de los aliados en la coalición contra Hitler en Gran Bretaña fueron de 375.000 y 369.400 heridos y 1.076.000 de Estados Unidos, de los cuales 405.000 cayeron en todos los frentes terrestres y navales. La URSS pagó un alto precio en la guerra de liberación de la ocupación de otros estados de Europa y Asia. Más de un millón de soldados soviéticos murieron en los campos de batalla de Europa Central y del Este, en los Balcanes, en China y en Corea.

Ni en la época de la URSS ni en la actual Rusia, jamás sus líderes y ciudadanos han intentado presumir de su sacrificio, de su victoria, más bien han dado muestras de humildad y le han hecho honor a la memoria de los caídos en defensa de la Patria. Jamás un pueblo había luchado con tanta ferocidad al saber encontrar la fuerza interior necesaria para vencer. La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto interno del capitalismo, y la Batalla de Moscú fue la herida de muerte a la maquinaria de la muerte de Hitler.

*Fuente: MisiónVerdad

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