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Historia - Memoria, Pueblos en lucha

Che Guevara, discurso en la conferencia de la OEA, Punta del Este,1962

Che Guevara, discurso en la conferencia de la OEA, Punta del Este,1962
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El archivo ilustra la participación del entonces ministro de Industria de Cuba, el cubano-argentino Ernesto «Che» Guevara, en la conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA). En calidad de delegado de Cuba, Guevara realiza planteos a los países aliados a Estados Unidos y resalta el agradecimiento cubano «al pueblo uruguayo», aunque realiza una objeción «del agradecimiento que leyó el delegado de Perú, porque sus afirmaciones no pueden ser expresadas por nosotros». Guevara también polemiza y señala: «(…) vamos a responder a Martí con Martí, pero con el verdadero Martí, con el antiimperialista y antifeudal, que murió de cara a las balas españolas luchando por su patria y tratando de impedir con la libertad de Cuba para que Estados Unidos no penetre a Latinoamérica (…) cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servir de él (…) el pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocio, distribuya su negocio entre países igualmente fuertes (…) si ha de preferir a uno, prefiera al que tiene menos (…) en el caso geográfico de vivir juntos en América, obliga a unión política (…). La unión con el mundo y no con una parte de él contra otra (…). Porque esta conferencia económica es en realidad política, es política porque todas las cuestiones económicas son políticas, pero además es política porque está concebida contra Cuba».

La Carta de Martí a Manuel Mercado, fue escrita el 18 de mayo de 1895. Quedó inconclusa su carta al amigo mexicano Manuel Mercado; la escribió en el campamento de Dos Ríos, un día antes de su fatídica muerte.

Introducción

Esta es la más importante de las cartas donde refleja el pensamiento político de José Martí, y en ella está contenido el sentido último de su guerra de liberación y su manifiesto carácter antiimperialista: “…mi deber […] de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que los Estados Unidos se extiendan y caigan con esa fuerza sobre las tierras de América”, peligro que desoyeron tanto los amigos, que subestimaron el poderío del imperio del norte, como los enemigos. Opuesto siempre al anexionismo, en su carta plantea: “…impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia”. Y comprende que el peligro no es solo para Cuba: “Y México, ¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará, – o yo se lo hallaré. – Esto es muerte o vida, y no cabe errar». Esta carta es considerada el Testamento Político del apóstol cubano. ¡Cuánta vigencia tiene sus ideas años después! Sus advertencias son tan actuales y ¡cuánta necesidad hay de atender a su prédica!

Carta de martí a Manuel Mercado

Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895 Señor Manuel Mercado

Mi hermano queridísimo: ya puedo escribir: ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber- puesto que lo entiendo y tengo fuerzas con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.

Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos- como ese de Ud. y mío,- más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión a los imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de Nuestra América, al norte revuelto y brutal que los desprecia,- les abrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo y le conozco las entrañas,- y mi onda es la de David.

Ahora mismo, pues días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, que me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta solo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de oficios de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,- la masa mestiza, hábil y conmovedora del país,- la masa inteligente y creadora de blancos y negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald, Eugenio Bryson:- de un sindicato yankee, -que no será- , con garantía de las Aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles, para que quede asidero a los del norte,- incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra de gobierno. Y de más me habló Bryson,- aunque la certeza de la conversación que me refería, solo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la revolución,- el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español,- y la incapacidad de España para allegar en Cuba o afuera los recursos contra la guerra, que en la vez anterior solo sacó de Cuba.- Bryson me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender este que sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los Estados Unidos a rendir la Isla a los cubanos.- Y aun me habló Bryson más: de un conocido nuestro y de lo que en el norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, para cuando el actual presidente desaparezca, a la presidencia de México. Por acá, yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas, a que solo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aun contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana.- Y México- ¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende?. Sí lo hallará ,- o yo se lo hallaré.- Esto es muerte o vida y no cabe errar. El modo discreto es lo único que ha de ver. Ya yo lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quien la tiene, antes de obrar y aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país: pero estas cosas son siempre obra de relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué catorce días, a pie, por espinas y alturas, mi morral y mi rifle,- alzamos gente a nuestro paso; siento en la benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto, que en un mes solo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató dentro, y debe renovar conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,- la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé como se encienden los corazones, y como se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, solo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.- Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que solo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que ud. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto que le dimos, de toda nuestra alma, y callado él!. ¡Qué engaño es éste y que alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día!

Hay afectos de tan delicada honestidad….

== Nota ==:

La llegada al campamento del General Bartolomé Masó, con sus fuerzas, le hizo interrumpir esta carta que luego no pudo terminar.

*Fuente: Ecured


 

 

A quien interese acceder al texto completo de este discurso del Comandante Ernesto Guevara en Punta del Este, en el marco de la reunión de la OEA, le recomendamos accesarlo en este sitio: CubaDebate

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