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La vida en el «infierno» chileno, donde la gente no tiene acceso al agua

La vida en el «infierno» chileno, donde la gente no tiene acceso al agua
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18 de enero de 2019
El agua se puede beber, se puede utilizar para lavar o para regar. Pero existen leyes que permiten que esta también se pueda privatizar y vender, lo que la convierte en un lujo para muchas personas y un negocio para otras. En Chile, a pesar de contar con grandes riquezas en recursos naturales, el agua no es solo escasa, sino que es administrada por solamente unos pocos que, además, buscan lucrarse con este bien tan básico en la vida del ser humano. ¿Cómo vive la gente que no tiene acceso a ella?

Si bien el agua es considerada como un derecho humano por Naciones Unidas y diversos tratados internacionales, en Chile no es así. Su legislación, que se asienta en la Constitución de 1980 sancionada por la dictadura de Augusto Pinochet, lo convierte en el único país en el mundo en que todas sus fuentes hídricas terminan en manos privadas.

Carolina Vilches Fuenzalida, encargada de la oficina de Asuntos Hídricos de la provincia de Petorca, explica que «hay dos formas» de hacerse dueño de este recurso. La primera es acudir a la Dirección General de Aguas y solicitar «la inscripción de un derecho de agua que es gratuito y a perpetuidad». Pero hay otra forma: si alguien ya tiene un derecho de agua pero no lo usa y otra persona lo quiere comprar. «Eso es legal. Hay un negocio con el agua», afirma la funcionaria.

En Petorca se observan los valles secos y los cerros verdes con importantes plantaciones de frutas para la exportación. «Las personas que han inscrito los derechos de agua están desarrollando esta agricultura intensiva y extensiva», apunta Vilches Fuenzalida. «Inscribieron el agua y por lo tanto son dueños del agua», añade.

Desde su punto de vista «esta crisis no es solo de agua, es una crisis de humanidad«. «En Petorca se lloran lágrimas secas porque no hay agua para todos», remata.

La vida en el «infierno»

Para quienes no tienen acceso al agua, cada día es un desafío. Verónica Vilches, presidenta de Agua Potable Rural y responsable de administrar el recurso para su comunidad, el cerro «es el paraíso», pero abajo, en el valle, es «el infierno», ya que dependen de un camión aljibe que pasa tres veces a la semana.

Cabe destacar que el código de agua actual en Chile no diferencia entre el uso de agua humana con la agrícola y por lo tanto el consumo humano no parece prioritario. Según Naciones Unidas, los ciudadanos requieren en promedio 100 litros de agua diariamente para satisfacer sus demandas de servicios higiénicos y preservar la vida. Los camiones aljibe de los que dependen los vecinos de la provincia de Petorca, logran distribuir entre 40 y 50 litros por persona.

Vilches sostiene que solo «hay agua para quienes tienen el poder y el dinero para inscribir los derechos«.

Imagen ilustrativa

«Venimos del año 2005 denunciando este tema. Antes que se hablara mucho del cambio climático estábamos diciendo que en nuestro valle se iba a acabar el agua y nuestro valle tenía agua», historiza Ricardo Sangueza, técnico agrícola y productor afectado por las plantaciones de los cerros.

Asimismo, recuerda que allí «se acostumbraba a pescar pejerreyes en las tardes». Y la gente «se los comía a la orilla de río». «¿Que pasa en mi país que están exterminando todos los ecosistemas en pro del lucro para unos pocos?», completa.

Pozos ilegales y amenazas

Al escenario de por sí complejo producto de la normativa vigente se le suma el aprovechamiento que hacen algunos empresarios de sus recursos creando pozos ilegales. Esto lleva a que ya no se puedan otorgar más derechos porque hay escacez de fuentes hídricas.

Para el ingeniero agrónomo Rodrigo Mundaca esto es repudiable. «Hoy día es mucho más importante un kilo de palta que la vida de las personas mas sencillas de nuestro territorio», denuncia. Y es que denunciar que falta agua, que los derechos de agua que se adquieren y se venden son un negocio, que el mal aprovechamiento hizo que el recurso se agote, pone a muchos en un estado de vulnerabilidad y se los tilda de extremistas.

«Hay que andar con mucho cuidado porque la gente gana mucha plata y en cualquier momento te puede pasar algo si hablas del agua», dice Sangueza. «Queremos la vida y creemos que estamos luchando por un derecho humano que jamás en Chile debió haber sido conformado en objeto de lucro, en objeto de usura y en objeto de exclusión», concluye Mundaca.

*Fuente: Actualidad RT

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