La cuestión del Sáhara casi 45 años después
por Ricardo Ruiz de la Serna (España)
5 años atrás 5 min lectura
Sólo el ámbito académico resiste. La producción científica sigue dando obras interesantes en distintos campos desde la Historia Contemporánea al Derecho Constitucional. Ahí está, por ejemplo, el profesor Carlos Ruiz-Miguel, director del Centro de Estudios del Sáhara Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). De entre las filas de los historiadores, ha salido Alberto Maestre Fuentes con “Un pueblo abandonado. Los engaños en la descolonización del Sáhara Occidental” (Chiado Editorial, 2018) un libro basado en tu tesis doctoral y que se ha publicado este año. Por cierto, Ruiz Miguel lo presentó el pasado 12 de diciembre en la Facultad de Derecho de la USC.
El breve espacio de una columna no alcanza para resumir las casi 400 páginas de una investigación extensa y prolija. Baste señalar, sin embargo, que no decepcionará ni satisfará a ninguna de las partes en conflicto en torno al Sáhara. Ni siquiera el Frente Polisario -que a la vista del título podía jactarse de una obra que salvaba su posición- ha podido evitar quejarse de las conclusiones de Maestre Fuentes respecto a los motivos del apoyo argelino “a la lucha del pueblo saharaui” y de la consideración que el autor hace de Polisario como “movimiento de tendencia socialista”. Sin embargo, ninguno de los dos puntos de discrepancia -hay algún otro- queda sin fundamento ni prueba admitida en el campo de las ciencias históricas. De ahí que su secretario general, el Sr. Brahim Gali, afirme, en la presentación del libro, que “el hecho de no compartir algunos datos o ideas del libro no impide, de ninguna manera, que con orgullo firmemos la presentación de este trabajo, cuyo autor ha realizado un excepcional esfuerzo acudiendo a un elevado número de fuentes, siguiendo rigurosamente los métodos más científicos”.
El libro tiene datos jugosísimos, por ejemplo, sobre el apoyo libio al Frente Polisario, que fue incluso anterior al argelino. Descarta, por no probada, la tesis de que Argelia y España se pusieron de acuerdo potenciar la creación de un «“Estado fantoche” controlado por ambos países en detrimento de Marruecos”». Es muy interesante, no obstante, recordar lo mucho que la inteligencia militar española sabía sobre lo que estaba sucediendo entre los saharauis y del apoyo popular que tenía el Polisario, así como de su proyecto político más allá de la distribución de “las riquezas del territorio entre sus habitantes de forma justa”.
La mirada más crítica se la reserva el autor, sin embargo, a las autoridades españolas que a lo largo de más de cuarenta años han eludido, traicionado y utilizado la causa de los saharauis: “España, finalmente, sólo consideró primordial que sus relaciones con el Reino de Marruecos no se vieran afectadas, bajo ningún concepto, a causa del Sáhara Occidental”. A este interés se sumó a una desestabilización del reino alauita y la implantación en Marruecos “de un régimen revolucionario”. El autor considera que España jugó la baza del engaño no sólo a los saharauis sino a toda la comunidad internacional “ya que se había comprometido con la autodeterminación del territorio y no lo iba a cumplir puesto que se lo cedería a Marruecos y a Mauritania y no en base siquiera a un tratado, sino a una mera declaración de principios entre los tres países”.
Así, en el fondo de esta investigación histórica, palpita un asunto de la máxima importancia para España: cuál ha de ser la relación con Marruecos y cuáles han de ser sus fundamentos. En efecto, junto a la monarquía y el islam, la reivindicación de las Provincias del Sur es el tercer eje de construcción nacional del Marruecos posterior a 1956. Ignace Dalle recordaba en “Los tres reyes” (Galaxia Gutenberg, 2006), que “fiel a otra enseñanza de De Gaulle según la cual «sólo las grandes causas pueden unir a los pueblos», Hassan II […] lanzó durante el verano de 1974 una vasta campaña en favor del «retorno a la madre patria» del Sáhara”. Ante esta acción y las que siguieron, España dio siempre prioridad al compromiso y el mantenimiento de una buena relación con Marruecos.
Pues bien, Alberto Maestre Fuentes se atreve a proponer otro camino: “denunciar los llamados «Acuerdos de Madrid», reconocer diplomáticamente a la República árabe Saharaui Democrática, establecer con ella relaciones al máximo nivel, que incluyan acuerdos de cooperación militar. […] Sería un acto de justicia con el cual España podría enmendar sus errores del pasado y asumir sus compromisos con una población que ha sufrido, y sigue sufriendo, debido a una mala política descolonizadora y a la cual se consideró española hasta 1975”.
Este libro es polémico y minucioso. Está lleno de referencias documentales y datos extraídos de entrevistas. Está llamado a provocar discusiones y desafía a que lo refuten en buena lid académica. No dejen de leerlo.
*Fuente: La Gaceta
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