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Reporteros sin Fronteras: «Jair Bolsonaro es una seria amenaza para la libertad de prensa y democracia»

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Comunicado de prensa

Discursos de odio, desinformación, violencia contra los periodistas, menosprecio de los derechos humanos: la campaña de Jair Bolsonaro, favorito en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, ha hundido al país en un clima de gran tensión y augura un periodo oscuro para la democracia y la libertad de prensa. RSF expresa su preocupación por el futuro de este gigante de América Latina.

Minutos después de que se dieron a conocer los resultados de la primera vuelta, Jair Bolsonaro manifestó su intención de “poner punto final a todos los activismos en Brasil”, resumiendo en pocas palabras la ideología autoritaria y retrógrada que ha sido propagada en todo el país por este exmilitar de 63 años.

La campaña electoral, una de las más confusas y polarizadas de la historia reciente de Brasil, concluirá el 28 de octubre próximo, cuando se realice la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que Jair Bolsonaro, candidato de la extrema derecha (Partido Social Liberal, PSL, que obtuvo 46% de los votos en la primera vuelta), se enfrenta a Fernando Haddad, candidato de la izquierda (Partido de los Trabajadores, PT, 29% de los votos). Minutos después de que se dieron a conocer los resultados de la primera vuelta, Jair Bolsonaro manifestó su intención de “poner punto final a todos los activismos en Brasil”, resumiendo en pocas palabras la ideología autoritaria y retrógrada que ha sido propagada en todo el país por este exmilitar de 63 años.

Desde que se inició en la política, en 1988, Bolsonaro ha sido miembro de ocho partidos políticos; es diputado federal desde 1991 y se ha vuelto célebre por sus discursos agresivos y populistas, en los que habla de un retorno al orden y a la disciplina, atacando abiertamente a grupos minoritarios –homosexuales, indígenas–, incluso a las mujeres. Bolsonaro, quien se autoproclamó ‘candidato antisistema’, ha ganado terreno sirviéndose de las redes sociales, en las que su discurso y sus ideas han tenido un eco considerable, eludiendo a los medios de comunicación tradicionales.

En un país donde dos tercios de la población se informa a través de las redes sociales, Whatsapp ha tenido un papel central en la campaña presidencial, pues esta plataforma se ha convertido en la principal fuente de información para 61% de los electores que votaron por Bolsonaro (según un estudio del Instituto DataFolha publicado el 3 de octubre pasado), que tienen una actitud desconfiada y desafiante hacia la prensa nacional. Whatsapp no sólo ha remplazado a las fuentes informativas clásicas, sino que a través de esta plataforma se ha difundido información falsa –para desacreditar el trabajo de los periodistas críticos frente al PSL–, se han estructurado y difundido a gran escala campañas de difamación y teorías complotistas.

La prensa, tomada como blanco

En medio de esta tensa situación, los periodistas se han convertido en uno de los principales blancos. Constantemente se ven atacados por grupos de odio y partidarios de Bolsonaro, sobre todo en las redes sociales. Numerosos periodistas fact checkers (verificadores de información) han sufrido acoso en línea durante la campaña, como lo reveló RSF el 28 de septiembre pasado.

Una de las periodistas más respetadas del país, Miriam Leitão (GloboNews, O Globo, TV Globo) fue víctima de una campaña de difamación y recibió cientos de insultos y amenazas en las redes sociales después de que publicó un texto sobre los peligros de la candidatura de Bolsonaro para la democracia brasileña, el 5 de octubre de 2018. Se difundió en línea información falsa en la que se decía que la periodista había sido detenida en los años 60 por robo a mano armada. Leitão en realidad fue detenida y torturada en 1972 durante la dictadura, por razones políticas.

Otras dos reporteras, cuya identidad no puede ser revelada por razones de seguridad, corrieron la misma suerte: el día de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, partidarios de Bolsonaro agredieron a una periodista del sitio web de noticias NE10 y amenazaron con violarla. “Cuando el comandante sea presidente, se matará a toda la prensa”, afirmaron sus agresores cuando vieron su acreditación de prensa. El 10 de octubre pasado, en Porto Alegre, otra periodista denunció los actos de violencia de partidarios del exmilitar contra una mujer que se oponía a que Bolsonaro sea electo; la reportera también denunció la complicidad de la policía, que intentó minimizar el caso. A la periodista le llovieron insultos y amenazas que la obligaron a cerrar la cuenta Facebook en la que había publicado la información.

La Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) ha registrado en 2018 más de 137 casos de violencia contra periodistas en el contexto electoral. Estas agresiones, tanto físicas como digitales, provienen de militantes de todos los partidos políticos.

Cuando le hicieron preguntas respecto a los actos de violencia en el país, Jair Bolsonaro se contentó con hablar de casos aislados. “No controlo a los millones y millones de personas que me apoyan […] No invirtamos las cosas, soy yo quien ha sido apuñalado […] la violencia y la intolerancia vienen del otro lado”, señaló el 9 de octubre pasado. El 11 de septiembre Bolsonaro recibió una puñalada en el abdomen y fue gravemente herido cuando se encontraba en el estado de Minas Gerais. Entonces, el candidato redujo sus intervenciones en público y se mostró como una víctima del clima de odio en el país, al que no obstante ha contribuido considerablemente. Bolsonaro ha cultivado esa imagen de mártir con declaraciones supuestamente “pacificadoras”, como esa rara vez en que habló de la libertad de prensa: “cuando los medios de comunicación cubren los hechos sin activismo político ni parcialidad, desempeñan el valiente papel de informar a la población”. Sin embargo, estas palabras no se reflejan en los hechos, pues el apaciguamiento no se encuentra en el programa de este nostálgico de la dictadura.

Los discursos de odio y las campañas de desinformación difundidos por los partidarios del candidato del PSL contra sus opositores y adversarios políticos no hacen sino debilitar a la sociedad brasileña, que de por sí ya se encuentra muy polarizada”, aseveró Christophe Deloire, Secretario General de Reporteros sin Fronteras (RSF). “Los electores brasileños no deben dejarse engañar con discursos falaces, tras los que se esconde una violencia real a la cual no escapará el periodismo. Jair Bolsonaro es una seria amenaza para la libertad de prensa y la democracia”, añadió.

Autoritarismo y menosprecio de los derechos humanos

Jair Bolsonaro, nacionalista y ferviente defensor de la dictadura militar (1964-1985), se manifestó a favor de la tortura en 1999, cuando en una entrevista televisiva señaló que los militares “deberían haber matado a 30.000 personas, comenzando por Fernando Henrique Cardoso” (expresidente de Brasil, exiliado durante la dictadura). También en 2016 dijo a una radio brasileña que “el error de la dictadura fue torturar sin matar”.

En julio de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de Brasil por el asesinato del periodista Vladimir Herzog, a manos de la dictadura militar. Cuando lo entrevistaron respecto a este caso, el 7 de julio pasado, Bolsonaro puso en tela de juicio ese fallo y sugirió que el periodista se había suicidado –esta fue la versión inicial de las autoridades militares de la época.

Durante su campaña, Bolsonaro expresó abiertamente su oposición a la labor de los defensores de los derechos humanos, acusándolos de defender a los delincuentes en lugar de a las víctimas, así como de trabajar contra Brasil. Asimismo, amenazó con suprimir las ayudas del Estado a este sector una vez que sea electo. Finalmente, el candidato afirmó que bajo su presidencia Brasil se retirará del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, al que describió como “una reunión de comunistas sin ningún compromiso con América Latina”.

Brasil ocupa el lugar 102, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2018 de RSF.

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