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La destrucción de los Estados Unidos ya está en marcha

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La información que surge de distintas fuentes, generalmente no explica el parámetro de donde procede, lo cual es un inconveniente para comprender la profundidad del contexto político o económico  en que la podemos entender, especialmente cuando puede afectar la credibilidad de la información, o hacerla variar diametralmente. Me refiero al parámetro o la variable que condiciona la economía o la política de Estados Unidos, donde hoy es recomendable tener presente el factor Trump, es decir, el modo en que piensa el presidente y la forma en que presiona para ejercer el poder en el partido republicano, dentro del país y en lo que atañe al mundo, para producir cambios que elevan su narcisismo.

La clave para entender a Donald Trump, la entrega Dan McAdams, uno de los psicólogos más interesante de nuestro tiempo, que tiene además un Ph.D. en Relaciones Sociales en la U. de Harvard, y trabaja como científico en la Northwestern University.  En un extenso artículo titulado, “La Mente de Donald Trump”, publicado en la Revista The Atlantic, en su edición de Junio de 2016, en Estados Unidos, expone una investigación sobre como la personalidad extraordinaria de D. Trump podría moldear su presidencia, y describe cómo las personas forman narrativas de sus vidas y cómo dichas narrativas de vida personal estructuran las decisiones que toman.

Los conceptos que desarrolla McAdams, se refieren a  las características que posee Donald Trump en cuanto al narcisismo, desagrado, grandiosidad, etc., como claves respecto de un presidente que podría ser altamente combustible, belicoso, amenazante y explosivo. “Un rendimiento posible es un presidente enérgico y activista que tiene una relación menos que cordial con la verdad. Podría ser un tomador de decisiones audaz y despiadadamente agresivo que desea desesperadamente crear el resultado más fuerte, más alto, más brillante y más impresionante, y que nunca piensa dos veces sobre el daño colateral que dejará”. Trump nunca ha olvidado la lección que aprendió de su padre y de sus maestros en la academia, (Academia Militar de Nueva York): “el mundo es un lugar peligroso. Tienes que estar listo para pelear”.

En otro párrafo McAdams, dice lo siguiente, “Hace casi dos siglos, el presidente Andrew Jackson mostró muchas de las mismas características psicológicas que vemos en Donald Trump: la extraversión y el dominio social, el temperamento volátil, las sombras del narcisismo, el atractivo autoritario populista. Jackson fue, y sigue siendo, una figura controvertida en la historia de EE UU”. McAdams, para explicar el narcisismo, recurre al famoso teórico psicoanalista Heinz Kohut, quién  dice, “el narcisismo se debe a una deficiencia en el reflejo de la vida temprana: los padres no reflejan con amor la grandiosidad en ciernes del joven (o niña), dejando al niño con la desesperada necesidad de la afirmación de los demás”.

En consecuencia, “algunos expertos insisten en que las motivaciones narcisistas ocultan una inseguridad subyacente”. “Narciso quería, más que cualquier otra cosa, amarse a sí mismo”. “Las personas con fuertes necesidades narcisistas quieren amarse a sí mismas, y desean desesperadamente que los demás también las amen, o al menos las admiren, las vean como brillantes, poderosas y bellas, incluso las vean, punto. El objetivo fundamental de la vida es promover la grandeza del yo, para que todos lo vean. «Soy el rey de Palm Beach», le dijo Trump al periodista Timothy O’Brien para su libro del 2005, Trump Nation. Las celebridades y los ricos «todos vienen» a Mar-a-Lago, la propiedad exclusiva de Trump en Palm Beach. «Todos comen, todos me aman, todos me besan el culo». Y luego todos se van y dicen, ‘¿No es horrible?’ Pero yo soy el rey».

“Según Barbara Res, quien a principios de la década de 1980 se desempeñó como vicepresidenta a cargo de la construcción de Trump Tower en Manhattan, el núcleo emocional en torno a lo que la personalidad de Donald Trump, la constela es la ira: «En lo que se refiere a la ira, eso es real con certeza. Él no está fingiendo», le dijo a The Daily Beast en febrero. «El hecho de que se enoje, esa es su personalidad». De hecho, la ira puede ser la emoción operativa detrás de la alta extraversión de Trump, así como su baja amabilidad. (Muchos recordarán cuando Trump, se reunió en Marzo 2017 con Angela Merkel  en la Casa Blanca, ¡no le dio la mano!  Algunos pensaron que no se dio cuenta. No, ése es el verdadero Trump). En general se cree hoy que todos los políticos mienten, o al menos disimulan, pero Trump parece ser extremo en este sentido”. En palabras propias de Trump, en una entrevista de People de 1981, el trasfondo fundamental para su narrativa de vida es este: «El hombre es el más vicioso de todos los animales, y la vida es una serie de batallas que terminan en victoria o derrota». Mark Singer, reportero del The New Yorker,  entrevistó a Trump y dijo, “Lo único que ve es a sí mismo, sólo se escucha a sí mismo, no escucha a nadie más. Sólo ama el sonido de su propia voz. Él es delirante”.

Lo expuesto es un indicador o referente para tener en cuenta y tomar en serio las decisiones de D. Trump como presidente de Estados Unidos, por las graves consecuencias que pueden derivar de ellas. Sería banal e inadecuado considerarlo un bufón, aún si lo fuera. Son muchos los psicólogos que tienden a coincidir con lo señalado por Dan McAdams, un artículo extenso que fue preparado antes que Donald Trump se convirtiera en presidente de Estados Unidos, lo cual lo hace más valioso. Quienes tengan interés en examinarlo, pueden leerlo, aquí.

La mentalidad de Trump es el parámetro a tener en cuenta en todo momento para entender la crisis en política y en la economía que enfrenta Estados Unidos, especialmente por sus implicancias para el resto del mundo, porque tomará años o décadas, si otro gobierno quiere recuperar a Estados Unidos. Un ejemplo de ello es la guerra comercial que está emprendiendo contra China, respecto de la cual ha dicho, “menos amenazadores pero no menos beligerantes son nuestros competidores económicos, como los chinos. Ellos siguen golpeándonos. Tenemos que vencerlos”. Su forma de actuar es, “Siempre es Donald Trump jugando a Donald Trump, luchando por ganar, pero sin saber por qué”, y eso lo vuelve inestable y peligroso, porque no sabe a dónde va, pero si sabe que quiere destruir a su contrincante.

¿Qué está diciendo respecto de la economía?  Que el “resto del mundo está saqueando y aprovechándose de EE.UU”.  Los diferentes tratados que ha cancelado con países vecinos, como el NAFTA,  el  Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), la destrucción del programa de salud de Barak Obama, «Obamacare», el cuestionamiento a los otros países miembros de la  Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acusándolos de  que no pagan sus propios gastos, la expulsión de cientos de miles de inmigrantes, la negación del calentamiento global, a la cual llamó un engaño inventado por China y luego como “una gran estafa” para justificar la salida de EE UU., del acuerdo climático de París, etc., corresponden a una retirada de Estados Unidos, porque el modelo de economía neo liberal no se puede estirar más y se desmorona agotado por un financiamiento que fabrica billetes ilusorios para sostener el  gasto del imperio.

El gasto militar/industrial anual totaliza US$ 635 mil millones, donde trabajan miles de técnicos muy bien pagados que producen armas obsoletas, por la innovación tecnológica, pero que venden a los países pobres. La balanza comercial de EE. UU., en el 2017 con China fue US$ 636 mil millones de bienes por el intercambio entre los dos países.  El (BIS) Banco Internacional de Pagos, tiene una bomba en sus manos. La deuda corporativa actual fluctúa en US$ 170 billones, cuando en el 2008 era de solo US$ 60 billones. Es la próxima burbuja que puede estallar a medida que vencen y suben las tasas, porque “Dos billones de dólares en deuda corporativa vencerán anualmente hasta el 2022”. La deuda global escala a un récord de US$ 237 billones, más del 320 % del PIB mundial, y el déficit comercial subió a US$ 568 mil millones en 2017.

¿Cómo podría afirmarse responsablemente que China tiene la culpa de todo esto? Llevan casi un siglo imponiendo por la fuerza o  con la ayuda de grandes bancos y  agencias internacionales el modelo neo liberal al resto del mundo, el cual ha sido  adaptado para aumentar la riqueza de los inmensamente ricos, dejando  fuera más de la mitad de la población mundial. Las exportaciones chinas que van a Estados Unidos son sólo alrededor del 20%. Inversamente, China compra a USA un 14.5% del total de sus exportaciones, es decir, el impacto total en el PIB americano sería cercano al 2%, y China hace 30 años apenas figuraba en las estadísticas de producción de bienes y servicios. La mentira es brutal, máxime cuando en los Estados Unidos, el 63% de los estadounidenses no pueden pagar una emergencia de US$ 500. Así  funciona la economía neo liberal en Estados Unidos, dejando fuera a millones de personas en condiciones de pobreza.

Excepcionalmente la economía de EE. UU., subió un 4,1%  en el segundo trimestre, el más rápido desde 2014. Trump aprovechó la oportunidad para declarar que sus políticas son un éxito, calificando los datos como «sorprendentes» y «muy sostenibles». El historiador de Yale, Paul Kennedy dijo que durante mucho tiempo ha existido una condición de sobre alcance imperial, que ocurre cuando el poder militar sobrepasa los cimientos económicos de un país. Hace más de 30 años, Kennedy advirtió que los EE UU era cada vez más vulnerable, por su excesivo gasto en defensa. Si en 1988, la tasa neta de ahorro interno era 5,6% del ingreso, apenas menor al promedio de las últimas 3 décadas, hoy apenas es 1,5%. ¿Quién puede aprovecharse de un imperio que lo gasta todo y que tiene una gran deuda que debe al mundo?, incluso financian las guerras colocando deuda del Tesoro.

No es una persona que ocasionalmente dice mentiras. Es una persona que habla siempre con mentiras. “Mírame”, esa es su ideología, dice el periodista Mark Singer, del The New Yorker. China respondió contra las tarifas que impuso Trump, y Trump prepara  una contra-represalia, que pueden ser US$ 200 mil millones en bienes chinos. Recién aumentó su apuesta  y amenazó con la posibilidad de aplicar aranceles a  todos  los productos chinos, un monto de US$ 500 mil millones.

Donald Trump destruirá a los Estados Unidos y de paso arrastrará al mundo, porque su política disminuirá el crecimiento de los ingresos a largo plazo, reducirá el número de puestos de trabajo bien remunerados. La lógica de las transnacionales  es no producir en Estados Unidos que tiene el 25% del mercado, sino instalarse en el resto del mundo donde está el 75% del mercado. Se trata de negocios. Defender la producción dentro de EE.UU., con barreras arancelarias producirá bienes caros, sin estímulos para innovar creando artículos nuevos o de mayor calidad. D. Trump está reforzando el cambio progresivo del comercio mundial fuera de los Estados Unidos, porque no le importa la economía. Si unimos esto al desequilibrio de oferta y demanda previsto para el futuro de la deuda americana, es casi infalible un impacto bajista en el precio de los bonos y un aumento de la rentabilidad, con un dólar en alza, mientras es reemplazado por otras monedas.

Las malas noticas no llegan solas. El consumo interno aporta casi un 70% al PIB en USA, que corresponde al sector servicios. El deterioro de los salarios desde hace nueve décadas obliga a muchos norteamericanos a recurrir a la deuda con créditos, tarjetas y préstamos personales muy caros. La tasa de IPC interanual se sitúa en el 2.9%, en niveles máximos desde 2012 y el impacto de la inflación sobre los salarios lo dice todo. El crecimiento de la tasa interanual de los salarios en Estados Unidos fue de +2.7%  y la inflación del IPC +2.9%, un retroceso de -0.2%, que concuerda con la última encuesta de Markit, que dice, “la industria de servicios se desaceleró en julio debido a que los precios más altos están perjudicando los márgenes y las expectativas comerciales alcanzaron mínimos de 6 meses. Peor aún, la encuesta de servicios de ISM se desplomó con una gran falla, a su peor mes desde agosto de 2017. Es decir, se está afectando al 70% del PIB, el núcleo principal de la economía de EE UU., que es el sector servicios, del cual depende el grueso del ingreso norteamericano.

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