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EE.UU. apuesta por la guerra civil en Nicaragua

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24 de julio de 2018
Haciendo memoria y después de haber estado en Nicaragua (2012) una de las cosas que me llamo profundamente la atención, es como los famosos Cuerpos de Paz estadounidense, las fundaciones con financiamiento directo de los Estados Unidos y las iglesias evangélicas y protestantes ya desplegaban todo un trabajo propagandístico desacreditando el gobierno encabezado por Daniel Ortega y el FSLN. De allí que la conspiración es de larga data y no suena raro que después de un trabajo de hormiga de estos grupos complotadores, estén dando los frutos requeridos y dando paso a la intervención encubierta, cuando no directa, de los EE.UU. en el país centroamericano.

Tampoco es extraño que los sectores reaccionarios y conservadores de la Iglesia Católica nicaragüense, estén complotando con el objeto de poner fin al gobierno de Daniel Ortega, poniéndose así al servicio del poder del dinero y las intervenciones de Estados Unidos en Nicaragua.

Es cuestión de que los lectores revisen la historia de Nicaragua (Wikipedia), para conocer cuantas intervenciones de los Estados Unidos ha sufrido este país a lo largo de su historia y que se remontan desde 1898 hasta nuestros días, desde allí que no nos debe extrañar lo que ocurre hoy en Nicaragua, independientemente de las falencias y errores que pueda cometer el gobierno de Daniel Ortega en su gestión, en materia política como económica, a pesar de los logros alcanzados.

Las protestas violentas contra el gobierno comenzaron en rechazo a un proyecto de ley de seguridad social. Aunque esa ley fue derogada, genero la coyuntura perfecta y dio motivo para impulsar los disturbios, desoyendo los llamamientos al diálogo del gobierno, que ha sido entorpecido por una oposición hibrida y que obedece a diversos tipos de intereses.

Los datos oficiales señalan que los actos de violencia y vandalismo de los grupos opositores armados han dejado un saldo de alrededor de 300 muertos y centenares de heridos en toda Nicaragua en los últimos tres meses. Las manifestaciones de la llamada oposición nicaragüense han contribuido a polarizar al pueblo, entre los que apoyan el gobierno de Ortega y los que se alinean con las políticas dependientes y desestabilizadoras de la democracia nicaragüense.

Ahora todo esto forma parte de un plan previamente diseñado y orquestado para América Latina por las agencias de inteligencia estadounidense, cuyo objetivo es no aceptar en la región ningún gobierno más de carácter progresista, reformista o simplemente de izquierda y que se trastoquen con los intereses geopolíticos de Estados Unidos en Latinoamérica. Para ello los halcones de la Casa Blanca se proponen utilizar todos los recursos a su alcance, como los nuevos golpes parlamentarios o la utilización política de los tribunales de justicia como ha venido ocurriendo en algunos países latinoamericanos.

Estados Unidos tiene claro, que cuando sea necesario impondrá un “nuevo ciclo de dictaduras militares” en la región o en su efecto se impondrá con una intervención directa o promoviendo una guerra civil en el país, como lo estiman algunos senadores republicanos y demócratas del Congreso estadounidense.

En los momentos que se va observando una declinación de las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, aparecen las declaraciones de Marco Rubio a través de la CNN, senador norteamericano (Partido Republicano), con raíz en la gusanería cubana de Miami, uno de los artífices de la complotación contra los gobiernos de Venezuela, El Salvador y Nicaragua, en Centro América como en el Caribe.

Dicho personaje acaba de hacer declaraciones para el canal de TV CNN en el cual expresaba que existe un riesgo “real” de que Nicaragua caiga en “una guerra civil”, lo que en otras palabras puede interpretarse como un llamado abierto a una nueva confrontación entre nicaragüenses, lo que le permitiría a Estados Unidos intervenir directamente en los asuntos internos de Nicaragua.

También los halcones de la Casa Blanca han barajado la posibilidad de buscar un golpe de estado, encabezado por militares que ya se han manifestado de forma encubierta en los cuarteles, en contra del gobierno de Miguel Ortega. Pero eso no es todo, también se busca crear una “nueva contra”, en esta oportunidad encabezada por pandillas de delincuentes de las barriadas populares, que se infiltran en las manifestaciones generando vandalismo y saqueos del comercio establecido.

Según destaca medios de prensa internacionales, un periodista estadounidense, llamado Max Blumenthal, comprobó que la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), creada conjuntamente por los republicanos y los demócratas han financiados en gran parte a los grupos opositores y organizaciones civiles nicaragüenses. La NED, el brazo del Gobierno estadounidense encargado en los cambios de régimen, “ha gastado $ 4.1 millones en el país desde 2014”, para unos 54 grupos conspiradores.

Blumenthal, reveló que, tras la aparición de la ola de protestas violentas en Nicaragua, el organismo estadounidense trató de ocultar los nombres de las entidades que recibieron su ayuda financiera. Al respecto, el periodista se refirió a Hagamos Democracia, o (Let’s Make Democracy), un grupo que consiguió más de $ 525 000 en subvenciones desde 2014, y el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) de Managua, que recibió al menos $ 260 000 de la NED. De este modo, afirmó que la NED y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) tienen la misión de  promover el cambio de los gobiernos que intentan poner en práctica  políticas progresistas o socialista en la región de América Latina.

Ahora los argumentos de Estados Unidos para la desestabilización de los gobiernos que no se alinean con sus políticas injerencista, genocidas y depredadoras, suelen ser siempre los mismos; cuestionamientos a los líderes de gobiernos progresistas, cuestionamientos de las democracias no afines con EE.UU., acusaciones inmorales sobre derechos humanos o crisis humanitarias. Y para tales efectos utiliza toda su maquinaria mediática con el objeto de conseguir sus propósitos hasta alcanzar sus objetivos de dominación, no siempre con buenos resultados, de allí que la situación interna de Nicaragua, El Salvador o Venezuela suelen ser hoy los blancos predilectos de los neofascistas de la Casa Blanca.

Otro de los aspectos a destacar y que Estados Unidos busca terminar con la presencia y la influencia de China y Rusia en el país, a través de diversos acuerdos bilaterales alcanzados con ambas naciones y que contribuyen a resolver carencias que tiene el país, pero que van contribuyendo a un desarrollo gradual de Nicaragua, beneficiando a los estratos sociales con menor poder adquisitivo.

Ahora se podrán decir muchas cosas de la gestión gubernamental de Daniel Ortega, buenas o malas, pero lo cierto es que las diversas instancias de organismos de las Naciones Unidas y agencias internacionales suelen avalar y destacar los avances alcanzados en diversas materias en el país centroamericano. Lo que se ve reflejado en su crecimiento económico en mejores condiciones de atención en el ámbito de la salud, la educación, la implementación de programas sociales, solución gradual de los problemas de vivienda, entre los aspectos más destacados y los apoyo a los pequeños productores y campesinos, que antes no tenían absolutamente nada, los que solían ser esclavos de los terratenientes.

Ahora pretender creer que la revoluciones se hacen en 24 horas, como preconizan los radicales de izquierda, no es más que una falacia, puesto que los cambios radicales que se intentan poner en marcha, siempre se encuentran con la más férrea y dura oposición de las plutocracias de cada país, y Nicaragua no es la excepción.

Concluyendo diríamos que, en diversas conversaciones sostenidas vía telefónica con representantes de organizaciones sociales, sindicales y del sandinismo, que antes los intentos de Estados Unidos de imponer un régimen de facto o promover una guerra civil, el pueblo sandinista volverá una vez más a empuñar las armas contra la barbarie imperialista encabezadas por los neofascistas de la Casa Blanca y sus aliados internos en el país centroamericano.

El autor, Eduardo Andrade Bone, es Comunicador Social, Analista Político y Corresponsal de Prensa AIP/MP

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