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Reconocimiento de clase: el arte como forma de resistencia

Reconocimiento de clase: el arte como forma de resistencia
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Entrevista a Jorge Campos, bajista y compositor.

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Pintura realizada por Jorge Araldi

Alex Ibarra: Jorge, muchas gracias por darte el tiempo para este diálogo veraniego. Eres un músico con bastante trayectoria y con incuestionables reconocimientos entre tus pares. Luego iremos haciendo un recorrido por tu experiencia en distintas agrupaciones musicales, pero quería preguntarte así medio honestamente. ¿Sientes que los artistas chilenos se ven recompensados no sólo en el reconocimiento sino que también en el soporte económico para una vida con las satisfacciones humanas básicas cubiertas: pan, techo, salud, educación y trabajo?

Jorge Campos: Es complicado generalizar, la primera respuesta que se me viene a la cabeza es negativa, considerando las amplias demostraciones de desprecio por el arte y el poco cariño del país en general hacia sus artistas. Soy de una generación bastante disfuncional, pero de muy niño supe que iba a ser músico y eso me daba claridad respecto a lo que me iba a enfrentar, es decir, siempre buscar el trabajo, y no esperar que te llegue, sobre todo con las opciones del tipo de música que elegí hacer.

Pero, específicamente en mi caso, puedo decir que he sobrellevado mi vida y necesidades básicas, claro está trabajando en todas las alternativas que la música como profesión ofrece: Interprete, Compositor, Productor de las Bandas, Productor de discos, Profesor, Endorser de marcas.

Es difícil especialmente cuando optas por trabajar en una música no comercial. Diría que la necesidad genera creatividad y a partir de eso generar una plataforma que permita trabajar en lo que más te gusta, con el tiempo aprendes a disfrutar cada oportunidad, si lo haces con cariño y profesionalismo vas generando una dinámica de trabajo en la que no faltan oportunidades, claro está, que esto involucra mucho sacrificio personal, ya que debes trabajar como cualquier mortal ocho horas diarias y todos los Viernes y Sábados por la noche además.

A.I: He tenido pocas ocasiones de compartir contigo, pero es evidente que tienes convicciones políticas. Seguramente, eso es lo que te ha vinculado a una producción musical apartada de la industria, pero que se impone por su calidad. Veo tu tesón y pienso en la idea de trabajo que tenía Marx, en cuanto a que éste debe ser la posibilidad de satisfacción de las capacidades creativas del ser humano. ¿De dónde vienen tus intereses personales por el contenido político? ¿Reconoces una pertenencia de clase en tu vocación política?

J.C: Vengo de una orgullosa familia de clase baja del sur de Santiago, mis padres me criaron con mucho esfuerzo y evidentemente mi sentimiento de agradecimiento es infinito para con ellos, en mi familia había una vivencia del catolicismo que sólo se veía en mi padre rezando antes de ir a trabajar, con una escala valórica básica que no permite muchos rodeos: honestidad y trabajo. La dictadura dejó una marca muy fuerte en mi adolescencia, a pocos días del golpe veía cadáveres en la esquina de mi casa, y crecí con mucho miedo, allanamientos, injusticias brutales que hasta hoy persisten en pesadillas con balaceras y persecuciones, en ese contexto creo que es muy difícil entender la vida sin compromisos ni amor a la verdad. Mi generación está marcada por eso, aunque puedo decir que muchos músicos con los que crecí venían de clase alta medio burguesa, y había que explicarles con monitos lo que significaba la Dictadura. Puedo decir que en base a los valores que inculcaron mis padres me armé de una plataforma personal bastante ecléctica y por eso mismo al principio tuve un vínculo muy fuerte con la Iglesia, en donde llegué hasta a hacer misiones con compañeros de la Joceuc, pero muy inmediatamente me hice militante de la rebeldía y la resistencia al sistema y la música me hizo entender que aquí la cuestión más importante era la disciplina, el estudio, la aplicación, la creatividad, la honestidad, así he seguido hasta hoy con una energía desbordante siempre comprometida con la realidad de mi país y eso es una marca, no la puedo evitar, es espontánea. Valoro y entiendo que el haber construido una carrera generosa de música y proyectos es también una responsabilidad, siento que el patrimonio que he podido construir a través de 40 años es portentoso y hay que compartirlo con humildad, agregaría que también me siento muy orgulloso de haber trabajado con los mejores músicos de Chile y también el haber dejado una huella creativa desde la Autogestión en todas sus formas, sin necesidad de la majadera y vacía fiebre mediática, sólo a partir de nuestros propios medios y trabajo de redes personales.

A.I: Disculpa que siga en lo político, pero tu interés por estos contenidos estuvo presente no sólo en los años de la dura represión, por ejemplo en el año 2005 en un Festival de Viña del Mar, siendo parte del grupo Congreso, saliste al escenario con un mensaje escrito en tu polera en el cual se leía “Libertad a los presos políticos”. En América Latina con los triunfos electorales que permiten las democracias duopólicas es claro el aumento de persecuciones a líderes de movimientos sociales y especialmente a los pueblos originarios que ofrecen con sabiduría una opción de vida alternativa al capitalismo salvaje. ¿Qué balance tienes de la “democracia” en Chile? ¿Sigues considerando que es necesario asumir una perspectiva crítica desde la producción artística? ¿Es valida la militancia en el arte? ¿Es un vínculo importante el del arte y la política?

J.C: Mi balance de la supuesta democracia en Chile Post Dictadura es nefasto, Participé activamente en la resistencia a la dictadura arriesgando el pellejo día tras día durante 17 años, entre los 16 y los 33 años, pasado esto, y desde el 90 en adelante, no advierto un cambio sustancial en el cotidiano, la dictadura será por mucho tiempo una herencia maldita que dejó instalada una sociedad chilena sin orgullo por sus ancestros, sin respeto por sus artistas, vacía, hueca. Lo más patético es la pérdida del orgullo de clase, ver a los más pobres, sin conciencia social viviendo en la irrealidad del consumismo y la desesperación por tener más en vez de ser más, es aberrante que esto pueda existir, es doloroso, evidentemente hay muchos factores que determinan esta realidad, y requiere de análisis profundos, pero finalmente el sistema capitalista carga sus costos a los más débiles.

Sin duda que el arte debe ser comprometido, no lo concibo de otra forma, en lo que a mi concierne, desde mi origen proletario, me fluye espontáneamente la creación musical con vínculos y compromisos, que critique el establishment con todas sus fuerzas, sean estos políticos, militares, o religiosos, mi militancia es con el arte y la creatividad, con la justicia social, la lucha por los derechos de los pueblos originarios y con la generación de conciencia medioambiental.

A.I: Tuviste como todo músico profesional una rigurosa formación académica lo que te llevó a ser contrabajista de la Orquesta Sinfónica Juvenil, y de la Orquesta Sinfónica de Chile, pero además eres un formador de músicos en distintas instituciones nacionales e internacionales. ¿Nos puedes contar algunas de las limitaciones y complejidades más recurrentes con las que se encuentra quien pretende estudiar música en Chile?

J.C: Limitaciones en estricto rigor existían antes, en mi infancia y adolescencia, ahora el acceso a la información permite un acercamiento y mayor facilidad para estudiar, y cualquiera con un poco de orden en sus finanzas puede acceder a un buen instrumento, ahora bien, el hecho de que se haya masificado el estudio formal de la Música en las Ues privadas ha tenido por un lado la desventaja de que han aumentado la cantidad de músicos cesantes que se ganan la vida en la calle, en el Metro, o en los buses, y se ha transformado en una opción de estudios profesionales para un porcentaje importante de jóvenes sin talento que con facilidad obtienen un título profesional en cualquier área, dadas las leyes del mercado que consideran al alumno más como un cliente, que como un ser en crecimiento personal.

A.I: Los finales de los setenta y la década de los ochenta estaban marcados por movimientos musicales en torno a la Nueva Canción Chilena, de la cual fuiste parte con Santiago del Nuevo Extremo. ¿Cuál es el aporte propio de esta agrupación a la historia musical chilena?

J.C: Reconozco en Luis Lebert y Pedro Villagra a los más notables músicos que ha dado esta tierra, Santiago del Nuevo Extremo a mi parecer es el grupo más importante de esa generación, ya que permitió el desarrollo de múltiples proyectos desde su formación original, fue un crisol que continuó la herencia de la nueva canción chilena al interior del país, su poco reconocimiento local es una de las grandes deudas que tiene el país, y esto se debe indudablemente al escaso interés de los medios locales TV, Radio Prensa por sus artistas, y por el escaso interés de nosotros por aparecer en ellos, también, hay que decirlo por la permanencia en Chile durante la Dictadura, distinto sería el nivel de reconocimiento si nos hubiéramos autoexiliado por ejemplo, eso habría facilitado la trascendencia del Proyecto, en todo caso nunca estuvo en nuestros planes el irnos de acá.

A.I: Ya con Santiago del Nuevo Extremo, pero también en las otras agrupaciones como Congreso y Fulano –llevas a cuestas gran parte de la historia musical chilena-, fuiste encaminado a la música de fusión latinoamericana y también a la música experimental. Tenemos en Chile un reconocido desarrollo de la música de fusión latinoamericana, ¿tienes un balance sobre la actual producción de la música de fusión latinoamericana en Chile?

(JPEG)J.C: Creo que mi generación por ser heredero directo de la NCCH, sacó un buen partido de esto, manteniendo las formas tradicionales en la construcción musical, pero yendo más allá en lo formal. En este sentido la creación musical más libre, desenfadada, lúcida y rebelde caracterizó a nuestra generación, esto sumado a un alto grado de disciplina construyó un escenario único que sirvió como plataforma directa de expresión que permitió la liberación personal y el crecimiento artístico en un país que no ofrecía, ni ofrece ninguna garantía de subsistencia digna a un músico.

Siendo una generación brutalmente castigada en su crecimiento, considero notable el haber podido sobreponer la expresión y creatividad por sobre la triste historia que nos tocaba vivir, estos elementos obviamente influyeron en la creatividad asociada a la Fusión y Experimentación Musical.

A.I: No puedo dejar de referir tu participación como integrante de Congreso, incluso al interior de este grupo fuiste una de sus voces en canciones tan emblemáticas como “Hijo del sol luminoso”, “Hijo del diluvio”, etc. ¿Disfrutas del canto?

J.C: Sí, me gusta cantar como a todos, no tengo una gran voz, aun así me las he ingeniado para componer algunas canciones conocidas en el repertorio del cancionero de Chile. En Congreso asumí la voz principal en temas que cantaba Joe, en Santiago hice varias canciones que propusieron un giro del Canto Nuevo hacia búsquedas con más orquestación y arreglos musicales.

A.I: Fulano sin duda hace un aporte musical que sintetiza varias influencias que no estaban presentes en las creaciones locales y marcan una intervención novedosa. ¿Qué influencias musicales te parecen que son las más evidentes en las creaciones experimentales del grupo?

J.C: Las influencias de Fulano son múltiples, diría que cada integrante tenía su propia colección de influencias, las que volcaba y desprendía creativamente en la búsqueda de lenguaje del grupo, diría que la más importante y fundamental es la que tiene que ver con la actitud más que los estilos musicales en si, la actitud de Fulano era irreverente, irónica y con un humor extravagante muy apropiado para la época en la que el Proyecto se desarrolló, su sonido de fusión fue una experiencia liberadora para nosotros y el público que nos seguía, Zappa, Zeppelín, Miles, Víctor y Violeta.

A.I: El aporte de la riqueza que aporta Fulano es innegable, de ahí que para muchos sea considerada una banda de culto que no siendo popular ocupa un reconocido lugar en la historia musical chilena. Seguramente tienes conciencia de esta valoración que se les hace, ¿era parte del proyecto del grupo instalarse como una banda de “culto”? ¿Qué composiciones son las que más valoras?

J.C: La historia cotidiana de Fulano siempre fue compleja, primero porque era un Proyecto de alta demanda de ensayos para poder tocar la música que nosotros mismos componíamos, con temas de mucha dificultad interpretativa, esto no se veía reflejado en los ingresos y evidentemente eso atentaba contra la continuidad del Proyecto, por lo tanto tuvo muchas interrupciones, temprano nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo era diferente y que iba a trascender, ya que nuestros ensayos siempre estaban llenos de músicos profesionales que iban a escucharnos en el proceso creativo.

Creo que para ser justo habría que citar un par de temas de cada uno de los compositores del Grupo, en mi caso me quedo con La historia no me convence, Rap Rock y Sentimental Blues de En el Bunker y con Lamento y Basura de El Infierno de los payasos, y Fabula y Fantasía de Animal en Extinción, en el caso de Crisosto Dar del Cuerpo, Maquinarias y Fulano, y de Vivanco Suite Recoleta, Perro Chico Malo y Godzilla.

A.I: Me voy a permitir una pregunta, tal vez un poco extraña para una cultura como la nuestra en la cual no tematizamos mucho la muerte. Entiendo que la muerte de Jaime Vivanco significó para ti un doble duelo, eran compañeros en Congreso y Fulano. ¿Podrías decirnos algo del aporte de Jaime para la música chilena?

J.C: Jaime Vivanco lo seguimos recordando por un invaluable aporte que hizo en su paso por Fulano especialmente y también en Congreso, hay una libertad en la construcción de sus voicing de acordes y ritmos en el Piano, que los he encontrado en Thelonious, un virtuosismo y un buen gusto que pocos tecladistas tienen, sin duda un Músico superlativo, al que siempre le tributamos nuestro respeto y nuestro orgullo por haber compartido con él en Congreso, Fulano y Santiago del Nuevo Extremo.

A.I: En tus composiciones se aprecia una estética contestataria y una valoración por la ironía. Por estos días tal vez tu trabajo más visible es el que vienes realizando con el Colectivo Animal en Extinción. ¿Nos puedes hablar de este grupo? ¿Qué proyectos vienen ahora para 2018?

J.C: Animal en Extinción es el nombre del último disco de Fulano y es el nombre del grupo que armamos con los últimos nuevos integrantes de Fulano: Paquita Rivera en Voz y Teclados, Felipe Muñoz en Teclados, Álvaro Poblete en Batería además de Guillermo Atria en Saxos que se suma a este Proyecto, es un Quinteto que está más cercano al RIO, y a la Música Progresiva. Tenemos harta Música nueva, en Mayo de este año editaremos el Primer disco de Animal a través de El Templo Rekords, con mucho entusiasmo esperamos compartir esta nueva música que será un necesario paso al costado de Fulano, para construir nuestra propia nueva historia.

El autor, Alex Ibarra Peña, es miembro del Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada.


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