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¿Quién debe responder por Wall Street?

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Cuando las pantallas de Wall Street saltan al rojo, como ocurrió el día 5 de Febrero del 2018, con un Dow Jones que cayó un 4.60%, y luego otro tanto en días posteriores, es consecuencia indirecta de varios aspectos que apuntan a desequilibrios financieros y no solo a movimientos bursátiles, que es un mundo con reglas propias difícil de pronosticar, igual que el mercado de las monedas bajo dominio de un par de bancos. Cualquiera sean las causas que afecten a la principal bolsa mundial, su efecto financiero es peligroso para el mundo, porque el sistema financiero es parte de la economía real y porque los seguidores de la política neo liberal siempre terminan imponiendo soluciones que les permiten traspasar el costo de las crisis al consumidor, quién no tiene voz ni voto para oponerse a los vicios financieros.

La forma en que funciona el mercado y la institucionalidad financiera, especialmente en Estados Unidos, deja mucho espacio para construir relaciones corruptas. Altos ejecutivos que vienen de los principales centros financieros privados, luego se convierten en autoridades a cargo de controlar a los privados donde antes estaban ellos y vice versa. La obsesión por mantener el secretismo en el manejo de acuerdos, contratos y decisiones de gran cuantía en entre negocios privados y públicos, permite dudar de una verdadera transparencia.

El  sistema financiero de Estados Unidos, con imitaciones en Europa, Asia, Latinoamérica y otras zonas del mundo, hace creer a la gente de trabajo que también serán beneficiarios del neo liberalismo, como ocurre en el caso chileno. Llevan siglos impulsando dicho modelo, cuyos primeros pasos  se idearon con los primeros colonos puritanos que cruzaron el Atlántico en el Mayflower, dentro de los cuales estaba el predicador, John Winthrop quién sentenció en el viaje, “Así, todos los hombres estarán divididos (por la Divina Providencia) en dos clases, los ricos y los pobres…”. Siglos después, el fanatismo de los seguidores modernos con multimillonarios como Donald Trump, constantemente refiriéndose a Dios en los mensajes públicos, dan señales de un capitalismo de mercado ahorcado por la concentración financiera y que están perdiendo la batalla de vender la ilusión de una economía que beneficia a todos.

La FED determina la tasa de referencia, pero se trata de una entidad que tiene de integrantes a bancos privados que son parte de su composición, ¿cómo se diferencian los intereses privados de los intereses fiscales? Nadie puede auditar a la FED, y llevan casi 10 años funcionando con una tasa de casi costo “Cero” y con declaraciones de soberbia como la de B. Bernanke el 2002, cuando era Presidente de la FED, dijo, “El gobierno de EE. UU. , tiene una tecnología, llamada imprenta (o, hoy en día, su equivalente electrónico), que le permite producir la cantidad de dólares que desee sin ningún costo… En un sistema de papel moneda, un gobierno determinado siempre puede generar un mayor gasto y, por tanto, una inflación positiva” (un eufemismo que evita hablar de burbuja). La FED propició a partir del año 2002, la burbuja hipotecaria más grande, cuyas consecuencias explotó en la crisis del 2008, ¿porqué seguir creyendo en algo que ha fallado y que vuelven a reiterar?

Cada vez que la FED realiza una operación para comprar instrumentos de deuda, como el QE (Expansión Cuantitativa), por  un monto de US$ 4,5 billones destinado a la compra de bonos del Tesoro, hipotecas y otros instrumentos de entes privados, no es que traslade en camiones billones de dólares en billetes recién impresos a los bancos para ofrecer al público.  Lo que ocurre con esas operaciones de expansión monetaria, es una anotación de crédito en una cuenta digital en la Reserva Federal a nombre del banco que intermedia en la venta de los instrumentos de deuda.  El dinero físico, como los billetes dólares, siempre están disponibles en los bancos que componen la Reserva Federal o se imprimen para ser enviados a los bancos privados, en la medida que son requeridos para ajustar la liquidez requerida por el mercado.

Cuando el exceso de dólares se vuelve evidente para el mercado y los consumidores, la demanda empieza a exceder la oferta de bienes y servicios que produce la economía real y aparece la inflación. Es el momento de frenarla, subiendo las tasas. A partir de ahí, se generan cambios rápido en las inversiones, que se reflejan en las bolsas. Se venden acciones y/o “bonos basura”, incluso los bonos del Tesoro EE UU., adquiridos con créditos distorsionados por las bajas tasas.

Recientemente los inversores retiraron US$ 23.900 millones de los fondos que se invierten en acciones de EE.UU.  Subir las tasas trae consigo una baja de la actividad económica y  puede llegar a convertirse en recesión. La caída de la actividad reduce la utilidad esperada en las empresas y afecta el pago de dividendos al inversor, quienes optan por invertir en bonos con rendimientos al alza, todo esto y mucho más operado por computadores, que en milésimas de segundo van cambiando las posiciones financieras de los grandes fondos de inversiones, inversionistas privados, los dineros de las AFP, etc.

Cuando se producen caídas pronunciadas en las bolsas, queda al descubierto la especulación que utiliza créditos bancarios avalados con los mismos papeles bursátiles que pierden valor en los mercados bajistas, y se producen las quiebras que pueden arrastrar a los bancos, si estos a su vez están excedidos en sus colocaciones de crédito, lo cual siempre es así. Sin embargo, la elite tiene una “norma ética” muy especial, y es que los “bancos son demasiados grandes para quebrar”, momento en el cual aparece la FED con muchos dólares a salvarlos.

Este milagro de la conversión de papeles de deuda por otros papeles (dólares) que se supone son de mayor solidez y respaldo, lo que hace es reemplazar el dinero fantasma creado por los bancos con dinero «real», dólares impreso contablemente por los bancos de la FED, que se multiplica en los bancos privados nuevamente con el sistema de reserva fraccional, que también es dinero falso contable. La banca puede crear una cifra infinita en crédito, a partir de la nada.

Es parte del diseño financiero de una política que intenta mantener la ilusión de riqueza para “todos”, utilizando el crédito para “estimular” la economía, cuya segunda “norma ética” invariable es partir facilitando el crédito a los bancos, a los sectores de altos ingresos, las grandes empresas, las transnacionales, inversionistas, especuladores etc., a través de la compra de deuda, con “papeles dólares”, (dinero fíat), sin valor intrínseco ni respaldo en oro u otros bienes, que no sea la fe pública, mientras al consumidor le cobran un 26% de interés en las tarjetas de crédito, lo que genera distorsiones que inevitablemente irrumpen en la economía. Mientras en Washington los políticos, y en Wall Street los inversionistas, discuten si los trabajadores pueden estar “recibiendo demasiado dinero”, culpando el aumento de la tarifa salarial de 0,3% de Enero, como señal de inflación, un chiste publicado “Urbi et Orbi”.

La deuda fiscal norteamericana sobrepasa los US$ 20 billones y Trump está avisando que aumentará adicionalmente de US$ 2 a US$ 3 billones, evidenciado por la caída que sufre del dólar. Existe preocupación de los inversionistas por un Crash  mayor, que podría disminuirse subiendo las tasas, cuyos efectos ya comentamos. Si Estados Unidos decide aumentar el déficit, los inversionistas y el resto del mundo, ¿estarán dispuestos a seguir comprándole más deuda con una moneda que sigue perdiendo valor? Eso también se refleja en la bolsa.

Se ha llegado a la actual situación porque gran parte del consumo de los norteamericanos se realiza con más crédito, parte del cual les permite el mundo. La deuda estudiantil subió a US$ 1.49 billones y los préstamos automotrices alcanzan US$ 1.11 billones, ambos nuevos máximos históricos del último trimestre finalizado el año 2017.  Toda deuda tiene una contra parte que son los ciudadanos, el país, los países, inversores, empresas, etc., que posponen  su propio consumo o inversión para prestar el dinero.  Si los acreedores advierten que el deudor en bonos o hipotecas puede estar en dificultades para devolver el crédito, aumenta el riesgo y sube la tasa que se cobra para prestar más dinero (bonos) y empiezan los momentos del “selloff” (venta) en la bolsa de acciones consideradas caras. En caso de una gran caída, todos los que son contraparte de la deuda, perderán su dinero.

Un punto considerado negativo para los Estados Unidos, es la restricción al libre comercio que plantea D. Trump, cuando avisa que impondrá barreras arancelarias, anulará los tratados de comercio, o re instalará industrias obsoletas de baja productividad, lo que se considera una barrera al crecimiento, porque favorece las empresas locales ineficientes, que subirán los precios de los productos al consumidor en Estados Unidos, una desventaja para exportar a mercados más competitivos, que pueden producir productos masivos más baratos.

Finalmente, aumentar la oferta de dinero, empuja el precio del dólar a la baja, y si el dólar pierde valor, dependerá de cómo la FED maneje ese aspecto. Tiene activos de deuda comprados con la expansión cuantitativa (QE), por US$ 4.5 billones que podría haber comprado a precios sobrevaluados, y que empezará a vender muy lentamente porque eso retira dinero del mercado, y pueden perder dinero, que a ellos no les importa porque es dinero público.

La FED controla todas las variables financieras del país. Todo el dinero que ingresa a la economía, ingresa a través de los bancos para que el consumidor compre a través del crédito, de modo que todo el dinero en la economía es prestado, lo cual hace que para pagar las deudas se deba recurrir a más deudas, un proceso vicioso que crea presiones inflacionarias. En consecuencia, lo que ocurra en Wall Street, tanto si sube o si baja, es una respuesta que le corresponde entregar a la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos y a los políticos que han respaldado dicha institución.

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